Aunque tengo pendiente aún White line, esperaba con ganas la buena propuesta de Álex Pina al frente de su productora Vancouver, aunque debo reconocer también ciertos recelos tras la flojita despedida de la serie Vis a vis con esa especie de spin off deslucido que fue El Oasis y dejándome cierta dejación de vacío la cuarta temporada de La casa de papel, en la que, aparte de cierta muerte que no voy a comentar por si alguien la tiene pendiente, da la sensación que ni sucede nada que haga avanzar la trama.
A priori, Sky rojo parece casi una gamberrada, un
producto que bien podrían haber partido tras una noche de copas Quentin
Tarantino y Robert Rodríguez, como si «Las Novias» fuese una suerte de «La teta
enroscada» cambiando el desierto mejicano por el de Tenerife. Además, el
extraño formato de apenas media hora de duración propicia que sus ocho
episodios se devoren en un santiamén.
Y es que el
argumento no puede ser más tarantiniano. Tras una discusión en un club de
carretera tres prostitutas hieren de gravedad al dueño del mismo y matan por
accidente a la Madame, por lo que deben emprender una huida sin mirar atrás
para salvar sus vidas. Nada demasiado relevante si no fuese por la controversia
que ha creado por la supuesta exaltación del proxenetismo, con discursos que
parecen defender e incluso elevar la traza de blancas. Naturalmente, no hay
ninguna intención por parte de Pina y sus colaboradores en ello, pero como
siempre hay gente incapaz de diferenciar al autor del personaje.
Si hay en Pina una
intención de buscar la polémica (o por lo menos el escandalizar) con el uso (y
abuso) de escenas y conversaciones subidas de tono más explícitas de lo que
estrenos acostumbrados a ver en una serie como esta y que tampoco necesita para
reflejar lo que intenta explicar. Más cuando en algunos momentos tiene un toque
de comedia que choca de frente con ello.
Soy ya perro viejo
y difícil de escandalizar, por lo que las provocaciones de Pina no me han
afectado tanto como la dificultad para simpatizar con las chicas protagonistas,
cuya huida hacia delante en su rol de vitrinas tampoco me sirve para justificar
ciertas decisiones que roban por el camino, amén que viendo sus personalidades
sólo la Gina interpretada por Yani Prado puede aspirar a robarle el corazón al
espectador.
Así, Sky rojo es una cafrada muy divertida
por momentos pero que deja una ligera sensación de ir de más a menos. Tal y
como comentaba al respecto de Godzilla vs. Kong, el guion es ridículo hasta decir basta, pero no es motivo para no
disfrutar de esta mezcla de sangre, sexo y humor que sólo recibía cuando aspira
a ponerse algo sería. Si me molesta algo cuando Pina tiende a repetirse,
fotocopiando situaciones de otras producciones suyas.
De nuevo coitos
interrumpus al final de la temporada, pero al menos esta vez los nuevos
episodios están a la vuelta de la esquina. Será entonces cuando podamos
comprobar su la cosa llega a buen puerto o nos dejan con las ganas mediante
otro cliffhanger demoledor y si la
incorrección política se mantiene o Pina se deja domar por las masas
furibundas.
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