El cine español se sigue nutriendo (o abusando) del uso del remake para sus comedias más populares, pero cuando se cuenta con un director tan refinado (ojo, estoy hablando sin conocer la película original) como Dani de la Orden, poco puede salir mal.
Cierto
es que no todas las películas de De la Orden me han parecido maravillosas, y
suele caérseme cuando apuesta más por la comedia pura y dura (caso de El pregón o El mejor verano de mi vida) que por las emociones, pero en Mamá o papá creo que está sobresaliente,
consiguiendo un desarrollo muy divertido y aportando por algo bastante escaso
en su filmografía, el humor negro.
Ciertamente,
Mamá o papá, lo que se suponía una
comedia familiar con claro mensaje moralista, es una sucesión de gags con mucha
mala baba, algunos casi crueles, que si bien pueden compartir universo con las
familias de niños resabiados a la par que extravagantes que tan bien se le dan
a Santiago Segura en films como Padre no hay más que uno o su secuela, sabe ir más allá para no caer en la fórmula de
la repetición (no puedo quitarme de la cabeza la horrible Cuidado con lo que deseas).
No
ha sido sencillo el periplo de esta película para conseguir ser estrenada,
siendo una de las más afectadas por la pandemia y viendo cómo los meses iban
pasando sin encontrar un hueco en las carteleras (de hecho, ha tenido tiempo el
bueno de Dani de la Orden de hacer una película por en medio, la interesante Loco por ella de Netflix), consiguiendo al fin su estreno en época navideña, como su
argumento necesita, pero con la mala suerte de coincidir en salas con ese
monstruo que es Spiderman: No way home
que está arrasando con todo.
La
premisa (triste por lo que tiene de real) se centra en unos padres que, tras un
inevitable divorcio aparentemente amistoso, comprueban como ocuparse de sus
hijos no encaja con sus nuevas vidas y aspiraciones profesionales, con lo que
la lucha por la custodia por la que tantos padres divorciados sufren se torna
en la lucha por la no custodia. Unos desternillantes Paco León y Miren
Ibarguren componen a este matrimonio condenado a quererse pese a haber perdido
la pasión que los mantenía unidos y cuya guerra por conseguir el desprecio de
sus hijos se les irá de la mano de una manera tan desquiciante como, por
momentos, histriónica.
Al
final, tenemos una colección de cafradas, un descenso a los infiernos de una
apareja tan irresponsable y egoísta que resulta imposible no comprenderlos y
amarlos, logrando el director de Litus
o sus dos Barcelonas (la de invierno
y la de verano), una comedia agridulce, tan divertida como desoladora, emotiva
y malvada, que no pierde en ningún momento de vista su coherencia argumental ni
se deja desbordar (cosa casi hasta tentadora) por el exceso desmedido.
Una
propuesta muy agradable para disfrutar en familia (o no) durante las fiestas
navideñas.
Valoración:
Siete sobre diez.
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