lunes, 19 de enero de 2015

PARÍS-MANHATTAN (7d10)

Tres son las películas con la presencia de Woody Allen estrenadas en España en el 2014 (aunque dos de ellas llevaran más de un año esperando turno para tener un hueco en las salas) y es curioso que sea precisamente la más ajena al propio Allen la que mejor recupere el espíritu y las características más destacadas del cine de este peculiar autor.
Tras su participación en la flojita película de su amigo Turturro Aprendiz de gigoló y la desigual acogida de su último trabajo como director, Magia a la Luz de la Luna, esta película francesa escrita y dirigida por Sophie Lellouche supone un soplo de aire fresco para los seguidores del genio de Manhattan. Y no porque sea una magnífica película sino porque, al menos, no pretende aparentar ser más de lo que finalmente es, na comedia romántica simpática, con buenos diálogos y un sentido tributo a la figura del neoyorquino.
Alice es una joven y atractiva parisina que ve cómo pasa el tiempo sin encontrar el amor de su vida, cosa que tampoco parece preocuparle demasiado (a diferencia de su familia, empeñada en encontrarle pareja). Tal y como en Sueños de un seductor el protagonista entablaba conversaciones imaginarias con Bogart, Alice mantiene animadas charlas con su gran ídolo, Woody Allen, el cual, desde un enorme poster que decora su habitación, le aleccionará sobre la vida ye l amor.
Lellouche recupera para la ocasión diálogos del propio Allen repartidos a través de sus muchas películas, constituyendo una especie de fiesta homenaje donde la química entre la pareja protagonista (Alice Taglioni y Patrick Bruel) resulta imprescindible para el buen funcionamiento de esta comedia con todos los tics propios del humor galo pero con clara inspiración hollywoodiense.
Tan previsible como cabría esperar, la película se disfruta con alegría y contiene una sorpresa (o quizá no lo es tanto) final como aplaudido fin de fiesta.
Una nueva oportunidad para disfrutar con una amena comedia francesa sin más pretensiones que la de ayudarnos a soñar y, de paso, homenajear a uno de los grandes. 

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