domingo, 1 de febrero de 2015

ANNIE (6d10)

No lo negaré. Podría ser que estos días me encuentre sumido en un estado de conformismo que me tenga adormecido el cerebro. O podría ser que la gente haya olvidado que el propósito del cine es básicamente divertir y, en esta época tan marcada en el calendario por premios y nominaciones la llegada de un producto que debería ser de carácter vacacional (Navidad es la época adecuada para su estreno), se pretenda encontrar los cines repletos de obras maestras despreciando a todo lo demás.
El caso es que pese a los muchos palos que ha recibido esta revisión del musical de John Huston de 1982 yo voy a intentar defenderla. Y digo intentar porque hay cosas realmente indefendibles en ella, como esa excesiva edulcoración de la historia, ese toque descaradamente Disney que puede alejar a los padres y, sobre todo (y soy consciente de que ello no es culpa directa de la película y me reservo el tema para un “comentario del mes” futuro), el doblaje al castellano de las canciones, lo que provoca que alguna sea ligeramente insoportable y nos perdamos lo que puede ser lo mejor y más interesante del film, el arte musical de tipos como Jamie Foxx o Cameron Diaz.
Poco se puede contar del guion, clásica historia de niña huérfana que vive en una casa de acogida con una malvada madre postiza que solo le interesa de ella el dinero que el ayuntamiento le da por cuidarla, la búsqueda de los padres que la abandonaron y el capricho del destino que la llevará a conocer a un millonario que, mire usted por donde, no siente una especial empatía por los niños y con quien terminará teniendo una relación de enseñanza mutua similar a la vista hace escasas semanas en St. Vicent, por poner un ejemplo reciente.
Sin que me importe para nada la polémica por el cambio de raza de la protagonista, la joven Quvenzhané Wallis, su tierna interpretación es la que consigue meterse a los espectadores en el bolsillo y, logrando evitar ser cargante y empalagosa, demuestra que ser la actriz más joven de la historia por ser nominada al Oscar (por Bestias del sur salvaje) no han reducido para nada su talento natural.
A su alrededor, Jamie Foxx, Rose Byrne y Bobby Cannavale cumplen sin muchos esfuerzos mientras que Cameron Diaz demuestra una vez más lo buena actriz que podría ser si de dejara de esas comedias mamarrachas e insulsas en las que tanto le gusta ridiculizarse.
Vale, Annie es una película simplona y cansina, repleta de canciones cargantes y que avanza sin sorpresas hacia su previsible final, pero lo hace con una simpatía y una alegría de la que acontecen muchas películas infantiles, logrando que sonrías cuando debes sonreír y que llores cuando debes llorar, sin atreverse a tomar riesgos como en el otro musical en cartel Into the Woods pero consiguiendo a cambio una narración más lineal, sin altibajos que desestabilicen la trama.
Desprende puro Disney edulcorado, lo sé, pero si se es capaz de aceptar eso, Annie puede llevarte de viaje por un mundo infantil de sueños y personajes positivos hasta la saciedad.
Por una vez, dejemos los malos rollos en casa, ¿os parece?

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