Aunque
no podría decirse que Michael Mann sea un director situado en extremos
opuestos, de esos que hacen obras maestras o pegotes insoportables, sí es
cierto que cuenta con grandes aciertos en su filmografía que lo han convertido
en uno de los grandes (ahí tenemos a Heat,
El dilema o Colateral), mientras que otras de sus obras, aun con un sello de
calidad mínimo y un entretenimiento garantizado, terminan por caer en el
olvido, como Corrupción en Miami, Enemigos públicos y, me temo, Blackhat, amenaza en la red.
Mann
tiene, además, un estilo de dirigir muy particular, no excesivamente vistoso y
que, sin llegar al abuso de movimientos nerviosos de Paul Greengrass, roza en
ocasiones el formato documental, con una cámara en mano poco estable y una
iluminación sucia ausente de colorido.
Si
a esto le sumamos que alejado de la capa de Thor
Chris Hemsworth parece no gozar aún de la simpatía del público (aunque yo nunca
me cansaré de alabar su James Hunt de Rush),
la cosa parece cantada.
Pero
si nos dejamos las fobias en la puerta y nos acercamos a Blackhat dispuestos a pasar un buen rato e evasión con un thriller
intrigante que, de paso, nos alecciona sobre los peligros de la excesiva
conectividad informática en estos tiempos, lograremos un grato entretenimiento,
con escenas trepidantes, giros sorprendentes y todo aquello que le podemos
exigir a una buena película de intriga.
Cierto
es que, si nos ponemos muy tiquismiquis, hay mucha parte del argumento que
pueda parecer un galimatías para todos aquellos que no seamos expertos
tecnológicos, pero yo me pregunto, ¿y qué? ¿No os ha pasado nunca viendo una
peli de James Bond (por no hablar ya de las basadas en John LeCarré) que de
repente os dais cuenta de que no tenéis ni idea de cómo ha descubierto el prota
el paradero del malo pero os da igual porque a la siguiente escena hay una
persecución espectacular y te olvidas de todo lo anterior? Pues algo parecido
sucede en esta Blackhat, amenaza en la
red, en la que muchas veces no se puede seguir el ritmo de los
investigadores en una compleja trama para desestabilizar la economía mundial
pero tampoco nos importa mucho. Es lo que tiene el cyberterrorismo. Es como si
para entender la complejidad de una peli en la que los malos son extremistas
islámicos pretendiésemos sabernos el Corán de pe a pa.
Mann
logra un producto interesante y emocionante, con buenos momentos dramáticos y
sacando provecho a Hemsworth, que a mi personalmente si me convence, sin más
pretensiones que la de ofrecer un buen policíaco e impactando sin necesidad de recurrir a
espectaculares explosiones o efectos digitales cargantes para mantener nuestro
interés.
Al
final, resultará ser un Mann menor, alejado de sus más recordados títulos, pero
aun así, es un buen Mann, lo cual no es poco.
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