Permítanme
ustedes que realice un comentario un poco más largo de lo que la propia peli se
merece. Y es que si The Interview en
sí no es un film para nada relevante, su estreno sí lo ha sido.
Por
ello, comenzaré realizando un análisis puramente cinematográfico.
The Interview es una de las tonterías típicas paridas por Seth
Rogen y Evan Goldberg, firmantes de maravillas como Superfumados, Supersalidos
o Juerga hasta el fin, y con estos
antecedentes se puede adivinar por dónde van los tiros. Con la delirante
historia de una entrevista al líder coreano Kim Jong Un como telón de fondo,
Rogen y Goldberg crean una payasada bastante lujosa que podría haber funcionado
como crítica política ácida contra el dictador comunista y los recursos pseudoterroristas
del propio gobierno americano, aprovechando de paso en burlarse de la
telebasura (y que nadie pretenda comparar ni por error esto con la espléndida Nightcrawler), pero que prefieren
decantarse por los chistes escatológicos y sexuales que son casi la marca de la
casa de los cómicos y convierten una película con posible interés en una más
del montón. De esta manera, y con la colaboración de otro habitual de la casa,
James Franco (un actor capaz de alternar interpretaciones dignas de Oscar con
patochadas como esta), The Interview
es una sátira que dispara con balas de fogueo y que divierte a los menos
exigentes pese a lo tontorrón de su discurso.
He
querido limitarme hasta ahora en la reflexión fílmica porque,
independientemente del favor que Kim Jong Un y su supuesto enfado con la
película (aún no está del todo claro que las infiltraciones sobre las supuestas
amenazas terroristas emitidas desde Corea del Norte en caso de estrenarse el
film así como los cacareador ciberataques que se han dado en llamar el Sony leaks
sean totalmente ciertos) haya hecho a la recaudación del film me parecen injustas
las muchas críticas que se apuntan al dicho de mucho ruido y pocas nueces, que
han pretendido cargarse cruelmente la película como si la posible ofensa al
líder comunista invitara a pensar que estamos ante una obra maestra. Debemos
analizar la película como lo que es, una comedia gamberra a imagen y semejanza
a otras estupideces paridas por Rogen y Goldberg (el propio cartel remite a Malditos vecinos), recordando las
pretensiones de sus autores al realizarla, más allá de el maremágnum de
polémicas y asuntos turbios en los que se ha visto envuelta y del que para nada
se debe responsabilizar a Rogen, Golberg o Franco. La película debe gustar o no
libre e independientemente de asuntos externos, y muchos que se consideran
críticos en el fácil mundillo de la bloggesfera lo olvidan con relativa
facilidad.
En
fin, al cine lo que es del cine, y en este caso se trata de cine simple y plano
con algunas pretensiones a juzgar por el desorbitado clímax final y que no es,
al final, más que una comedia gamberra en la que la verdadera triunfadora
termina siendo, ni más ni menos, Katy Perry.
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