martes, 29 de marzo de 2022

Visto en Amazon Prime: AGUAS PROFUNDAS

Hacía tiempo que no sabíamos nada de Adrian Lyne, el director que tocó el cielo con Nueve semanas y media pero que tiene clásicos como Flashdance, Atracción fatal, Una proposición indecente o Lolita. Concretamente veinte años han pasado desde su último trabajo, Infiel, y tras ver (o mejor dicho, soportar) Aguas profundas, pocos me parecen…

No sé si este trabajo sea el capricho de un señor que se aburre en su jubilación o cuál ha sido la cadena de sucesos que ha provocado tan soporífero proyecto, pero poco hay que salvar de esta película, más allá que el tono sombrío de Ben Affleck y la ambigua relación matrimonial con Ana de Armas invitan a revisionar la magnífica Perdida, de David Fincher, a la que por un momento parece quererse parecer pero no llega ni a la altura del betún (¿es cosa mía o estoy viendo muchas referencias a Fincher últimamente?).

El caso es que sin haber leído la novela de Patricia Highsmith (autora de Extraños en un tren, Carol o, sobretodo, El talento de Mr. Ripley), no hay nada en el argumento de Aguas profundas que me parezca estimulante, agradeciendo, por una vez, que no haya pasado por cines y así habernos ahorrado el precio de la entrada.

Con una escena subidita de tono entre Affleck y De Armas, el currículo de Lyne y el comentado aunque breve romance real de sus protagonistas, toda la promoción parecía centrarse en las escenas de sexo del film, que ni están ni se las espera. Hay, en su atmósfera, elementos para un buen thriller, pero nadie de sus responsables ha sabido elegir bien como para llevarlos a buen puerto, resultando todo una continuación de escenas deshilachadas, plomizas y con personajes desdibujados. Puede que se pretendiese hacer una lección sobre la toxicidad masculina o el amor obsesivo, pero de ser así, no se consigue en absoluto, llegando a un desenlace en la que el espectador está ya agotado de que le tomen el pelo con situaciones incomprensibles y decisiones muy dudosas por parte de los protagonistas que provocan que el final, por mal explicado que esté, sea de agradecer.

En resumen, tan mala como se presagiaba. Un paso atrás en la impecable trayectoria que Ana de Armas estaba teniendo en Hollywood y quizá el motivo por el que Ben Affleck ha decidido centrarse más en papeles segundarios que en seguir como protagonista.

 

Valoración: Tres sobre diez.

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