Hace
apenas unas semanas hice un comentario sobre la película documental El timador de Tinder en el que deseaba
encontrarme con este tipo en una película ficcionada. No es que Netflix haya cumplido mi deseo, pero lo
cierto es que la historia narrada en la mini serie ¿Quién es Anna?, que parte también de una historia real, es
relativamente pareja. De entrada, trata el caso real de una chica que,
presentando unas credenciales que nadie podía comprobar, estafó a diversos
miembros de la alta sociedad americana, así como a entidades bancarias,
complejos hoteleros, etc.
Anna Delvey, como el propio Simon Leviev, se basaba sobretodo en su encanto y atractivo y, sobretodo, en el poder seductor del dinero, para engatusar a sus víctimas, y aunque en ambos casos no cabe duda sobre quien es el villano y quien la víctima, se puede abrir el debate sobre si es la propia ambición de los estafados, que cegados ante la posibilidad de tener a un rey Midas a su lado, ponen sus finanzas y su propia integridad en bandeja.
Interpretada
con un poderío magnético por Julia Garner, quien sin duda va a ser una de las
actrices de moda en los próximos años, Anna Delvey / Anna Sorokin representa la
figura de la joven emprendedora, heredera caprichosa y arquetipo del «nuevo
rico» que no repara en gastos y hace del exceso su estilo de vida. Para ello,
crea una maraña de mentiras y medias verdades tan compleja que, incluso cuando
se ve acorralada, no tiene más salida que la de seguir siempre hacia delante,
esquivando siempre la amenaza de caer en su propia trampa.
La
serie arranca con Anna en prisión, a merced de un abogado no demasiado
experimentado y de una periodista de pasado complicado que, en busca de la
redención profesional, hará de Anna su caballo de batalla. Es Vivian Kent (la
reportera interpretada por Anna Chlumsky, la niña encantadora de Mi chica a la que creíamos desaparecida
para siempre) la parte ficticia de la historia, pues aunque su personaje se inspire
en la periodista Jessica Pressler, autora de un artículo en la que se basa la
miniserie (y que ya dio pie, con otro artículo suyo, a la película Estafadoras de Wall Street), casi todos
los elementos que definen a Vivian son invenciones para hacer avanzar la
historia de Anna, por otro lado bastante fiel a la realidad.
Narrada
en dos líneas temporales, la serie desgrana la historia de Anna para
permitirnos, a la vez que conocer su epopeya y posterior caída en desgracia,
descubrir quién es ella, propiciando que en muchos momentos uno dude entre si
odiarla por lo que es capaz de hacer en su propio beneficio o amarla por la
tenacidad o valentía con la que afronta su proyecto de abrir una galería de arte
muy exclusiva en Nueva York. Al final, ya sea por el carisma de Delvey o por la
interpretación de Garner, resulta fácil creer que pudiera cegar a tanta gente
con su encanto, pudiéndola ver casi como otra víctima más del viaje en busca
del sueño americano que no siempre (o mejor dicho, casi nunca) se alcanza.
Reconozco que el arranque es un poco lento, aburrido incluso, peaje necesario para entender a los dos personajes femeninos y la conexión que se establece entre ambas, pero una vez la magia de Delvey se desata, uno queda prendado a la pantalla y los episodios (nueve en total) se devoran con avidez en busca e la respuesta crucial a la pregunta de ¿quién diablos es en realidad Anna?
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