viernes, 25 de marzo de 2022

Visto en Netflix: CANGREJO NEGRO

Dentro de los muchos géneros cinematográficos que existen, hay un puñado concreto a los que Netflix ha mimado especialmente, como las comedias románticas, las películas navideñas, el género zombi… y, desde el brutal éxito de A ciegas, la aventura post apocalíptica, como demuestran títulos como Cargo, Love & monsters, El final de todo o series como Snowpiercer.

En Cangrejo negro, la situación apocalíptica viene dada por un conflicto bélico, lo cual le da un carácter más aterrador si cabe por la situación real que estamos viviendo actualmente entre Ucrania y Rusia. No se molesta la película de Adam Berg en dar muchos detalles alrededor del conflicto, ni tampoco es demasiado necesario. Al fin y al cabo, los huecos en la historia que se nos presentan son los mismos que termina por tener el ciudadano de a pie cuando algo así llega a suceder. No deja de ser significativo que al bando contrario se le denomine, escuetamente, «el enemigo», invitando a reflexionar sobre quienes pueden ser, en el fondo, los malos de la película.

En esas se encuentra Caroline, una soldado forzosa cuya desaparición de su hija motiva sus acciones. Cuando ella y otros cuatro soldados más son enviados a una misión casi suicida pero que puede suponer el final de la guerra, la esperanza de reunirse con la niña (que parece ser se encuentra en un campo de refugiados en el lugar de destino de la misión) es lo que va a hacerle sacar fuerzas de la nada para tratar de acometer la orden.

Con una fría fotografía y un buen ritmo narrativo, Berg nos sumerge en la acción desde su impactante prólogo, consiguiendo que la tensión no decaiga en sus casi dos horas de metraje y consiguiendo que, pese a la intención evidente de carne de cañón que tienen sus compañeros de viaje, los personajes secundarios interesen y ayuden a componer el drama que rodea a las escenas de acción.

Al final, tenemos un solvente cruce entre cine de supervivencia y bélico, esquivando el humor para apostar por el drama más desgarrador, dejando que la tensión sustituya a la sorpresa y logrando una tensión muy eficaz durante la mayoría de la película, decayendo un poco, quizá, en un tramo final que no está a la altura de lo visto hasta el momento. Y es que cuando se llega a la base de destino la película muta ligeramente, haciendo que se eche en falta la aridez helada que acompañaba al film hasta entonces.

Con todo, esta propuesta sueca que sirve como lucimiento para Noomi Rapace es intensa y emotiva, un buen ejercicio angustiante y con un dilema moral que invita a reflexionar sobre la dualidad de la guerra y el «todo vale» para conseguir la victoria.

 

Valoración: Seis sobre diez.

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