domingo, 5 de septiembre de 2021

Reflexiones: ¿LA PELÍCULA ADULTA DE SUPERHÉROES DEFINITIVA?

Llevaba tiempo con ganas de analizar un poco más a fondo la que se suponía iba a ser la película del verano (si me seguís, ya sabréis que yo me quedo con Free Guy), al menos según una parte de la crítica especializada, ya que si por lo que a taquilla respecta, nada parece hacerle sombra (hasta ver qué pasa con Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos) a F9 (de la que tengo pendiente hablar). Estoy hablando, por descontado, de El Escuadrón Suicida, de James Gunn.

Mucho están machacando desde algunos medios de comunicación para hacernos creer que estamos ante la película de superhéroes definitiva, la demostración de que se podía hacer cine para adultos con material surgido de las viñetas y que en DC le estaban dando una bofetada en toda la cara a Marvel y su estilo de hacer cine carente de riesgos. Y aunque lo cierto es que la película me gustó bastante, críticas tan desproporcionadas han terminado por agotarme hasta el punto de tener que rebelarme en su contra, ya que desde luego no da para tanto la cosa. Y si bien no me alegro de su fracaso en taquilla, si me demuestra que a veces las cosas no ocurren por casualidad, por más que se puedan buscar excusas como el estreno simultaneo en HBO Max (para nada comparable a lo sucedido con Viuda Negra, pues ni HBO Max está tan extendido como Disney+ ni la película ha aparecido disponible en torrent hasta ahora), la pandemia (como si F9 no se hubiera estrenado en la misma época) y cosas así.

Se ha definido a El Escuadrón Suicida como una película adulta de superhéroes, como si las de Marvel no lo fueran. Para justificarlo, me gustaría preguntar a qué corresponde la definición de adulto. ¿Vamos a retroceder en el tiempo hasta esa época en la que el friki era el tipo de cuarenta años que vivía recluido en un sótano en casa de sus padres, viviendo de los videojuegos y las pizzas a domicilio y sin nada de vida social? Porque si hablamos de adultos de verdad, ¿quieren que les haga una lista e cuantos adultos conozco (y me refiero a adultos de verdad, con los cincuenta y los sesenta ya superados) que han disfrutado con todas y cada una de las películas de la saga Marvel y que, sin embargo, han abandonado El Escuadrón Suicida a media película? Porque no creo que a estas alturas definir algo como adulto se limite a poner en los diálogos chistes de penes y a reventar cabezas y tripas a cascoporro.

Recientemente he tenido la oportunidad de ver la película por segunda vez, con la esperanza de que un segundo visionado me hiciera ver las maravillas que otros han sabido descubrir en ella, pero las sensaciones han sido exactamente las mismas. Un poco de jajaja, otro tanto de jijiji y acción más o menos buena. Sí le reconozco el desconcierto que produce el no saber (más o menos) quién va a morir y quien no, sobre todo a raíz de ese arranque con un primer escuadrón (recordad que esto va ya con spoilers) que es prácticamente una masacre, incluyendo a alguno de los protagonistas de la primera entrega. Porque sí, por mucho que le han estado dando vueltas y revirtiendo títulos, esto es claramente una secuela, nada de reboot  o reinvención. Pongo en duda, eso sí, el detalle del factor sorpresa porque ya desde el principio me habría extrañado mucho que el personaje de Idris Elba hubiese muerto, ya que es el que más mola (pese a ser un clon del de Will Smith en la primera entrega, con motivación infantil incluida), lo del Pacificador ya se sabía porque hay una serie ya confirmada sobre él y que Harley Quinn no moría lo sabían hasta los más desconocedores del género. Así que al final, teniendo en cuenta que el propio director había prometido muchas muertes, pues sorpresas las justas. Eso sí, cada una de las muertes resulta impactante, y ese es un mérito que no le puedo negar al señor Gunn.

Pero estaba meditando sobre lo adulta que es la película, y por ahí sí que sigo sin pasar. Teniendo en cuenta que estamos hablando de ficción superheróica (es decir, de tipos que vuelan y van con pijamas y capas combatiendo al crimen), considero que El Soldado de Invierno sí podría ser considerada una película adulta. Quizá también Civil War, ambas por las subtramas políticas que contienen y los toques de thriller alejados del simple espectáculo pirotécnico habitual. También lo sería Logan, por su tono crepuscular y desangelado. Y podría incluir en esta lista también a Joker, si no fuera porque no la considero una película de superhéroes. De hecho, ni siquiera la considero una película sobre el Joker, pero de eso ya hablé en su momento.

Pero El Escuadrón Suicida no tiene nada de adulta. Su público objetivo es aquel que va justo en la línea de su clasificación R, pero no por su trasfondo ni profundidad, sino por las salvajadas que se muestran en pantalla (curioso como a día de hoy seguimos pudiendo ver desmembramientos y amputaciones, pero ni el transgresor de Gunn se atreve con el sexo). Es una película descerebrada enfocada principalmente a un público descerebrado que va a aplaudir cada vez que revienta una cabeza o destripan a alguien, algo más propio de las producciones B que se pueden ver en el Festival de Sitges que de una superproducción de Hollywood que, ¿de verdad ha extrañado a alguien su batacazo en taquilla? Y ¡ojo! No me estoy metiendo con la película, que lo de ser descerebrada, si es de manera consciente, no tiene nada de malo, y ya he dicho por adelantado que yo disfruté mucho con ella. Mi crítica es más bien hacia aquellos que se empeñan en ensalzarla como obra maestra, queriendo ver en ella algo que no existe.

De hecho, hay muy poco de original en la propuesta, pues Gunn no hace más que copiarse a sí mismo y repetir la fórmula de Los Guardianes de la Galaxia pasándolos por un tono de incorrección política que se asemeja bastante al de Deadpool, aunque en mi opinión sin la misma gracia.

¿Y por qué ha pasado esto? A mi modo de ver, por venganza. Simple y llanamente. Y por querer demostrar el director que a él no le tose nadie y la tiene más larga que los demás. Y es que para entender la existencia de una película tan poco comercial pero con un presupuesto tan exagerado hay que fijarse en dos factores determinantes en su creación: Primero, la condena y posterior expulsión de James Gunn de Disney (conviene diferenciar siempre, tal y como muy sabiamente ha hecho Scarlett Johansson en su demanda, entre Marvel y Disney) por unos tweets del pasado que lo dejaron sin poder hacer Los Guardianes de la Galaxia, Volumen 3 (más tarde la situación se recondujo, pero eso ya es otra historia). Segundo, la sucesión de fracasos que iba encadenando el Universo Compartido de DC, con sus dos pilares básicos, Batman y Superman, defenestrados, sus actores principales repudiados y el rumbo a seguir totalmente incierto. Era un momento en que ni siquiera la niña bonita de la compañía, Harley Quinn, funcionaba en taquilla (lo cual no ha sido impedimento para que fuese el único personaje impuesto a Gunn para esta película), con Wonder Woman y Aquaman como pequeñas balsas en pleno océano a las que aferrarse. Me estoy refiriendo a una época en la que el futuro pasaba por cosillas como Shazam mientras en la acera de enfrente hacían EndGame. Así que era el momento idóneo para que la compañía diera un manotazo sobre la mesa, presumiera de robarle a Disney uno de sus autores estrella y le diera carta blanca para hacer lo que le viniera en gana.

Así, James Gunn ha sabido aprovecharse de estos dos factores, vengándose de Disney haciendo una revisión de sus Guardianes de la Galaxia (hay que recordar que, visto el pobre bagaje en comics que los personajes tenían en aquel momento, Gunn prácticamente los construyó de la nada) pero poniendo todas las salvajadas que habría sido imposible que le dejaran poner en Disney. Ha sido como lanzar un mensaje, diciendo: «mirad, mojigatos, aquí tengo la libertad que nunca habría tenido con vosotros». Esto ha propiciado momentos muy divertidos, pero también otros pasados de vueltas que son fruto más del simple deseo de provocar por provocar que de una serie de decisiones artísticas correctas. En resumen, que James Gunn no ha hecho esta película porque ha querido, sino porque ha podido. Y en Warner, mientras tanto, posiblemente nadie se ha atrevido a pasarse ni un solo día por el set de rodaje, no sea que se fuesen a asustar, que bastante tienen ya con las versiones recortadas y redirigidas de las películas de Zack Snyder y David Ayer como para tropezar por tercera vez en la misma piedra.

En resumen, que cada vez que alguien me pregunta qué tal la película (y es que os prometo que no tengo a nadie en mi entorno que se haya decidido a pagar por verla), no tengo claro qué contestar. A mí me ha gustado, ya lo dejé claro en mi reseña, pero entiendo que no es apta para todos los estómagos. Y, como ya dije en su momento, ni tengo claro que sea la mejor película del Universo DC ni es tampoco la mejor de James Gunn. Yo, de momento, me quedo con sus Guardianes, si no es que son estos mismos con un disfraz diferente tras una mala noche de borrachera. Al fin y al cabo, supe ver cosas de Groot y Drax en la personalidad de Nanaue, mientras que apenas reconocí en su Harley Quinn a la del primer Escuadrón Suicida o Aves de Presa, sobre todo en lo que escenas de acción se refiere.

Por cierto, que estoy analizando si esto es realmente la película de superhéroes adulta definitiva y eso me lleva a otra reflexión. ¿Es siquiera una película de superhéroes? Y no ya solo porque los protagonistas sean antihéroes, lo que les da el mismo derecho a entrar en la categoría que podría tener Venom, Punisher o Blade, sino al hecho de que el cine de superhéroes (el «adulto» sobretodo) se debe a una cierta época regida, forzosamente, a un punto de realismo. Y el despiporre del villano final, esa estrella de mar gigante, puede que funcione en las viñetas, pero en una película es de un ridículo superlativo. ¿Conocen la historia de los calamares extraterrestres gigantes que aparecen al final del comic de Watchmen y que Zack Snyder eliminó en su versión fílmica? Pues sigo creyendo que fue un gran acierto, y esta película me lo demuestra. No todo vale, y el propio Gunn parecía entenderlo cuando humanizo a Ego, el planeta viviente, para Los Guardianes de la Galaxia, Volumen 2, dándole el rostro de Kurt Russell y limitándose la referencia comiquera a un breve pero glorioso plano del planeta muy aislado. Pero claro, como ahora vale todo, ¿para qué cortarse?

No hay comentarios:

Publicar un comentario