lunes, 17 de febrero de 2014

ROBOCOP (4d10)

En 1987 un Paul Verhoeven recién llegado a los Estados Unidos haría la primera de sus tres grandes películas, RoboCop (después de Desafío Total e Instinto Básico su nombre dejó de ser sinónimo de éxito), una brillante y salvaje fábula policíaca y de ciencia ficción sobre un personaje mitad hombre mitad máquina que daría pie a dos secuelas, cuatro series de televisión y toda una franquicia en comics.
Ahora, 27 años después llega un posiblemente innecesario remake con José Padiha a los mandos y Joel Kinnaman como protagonista. Pero sería injusto cargar a esta película con la losa de ser constantemente comparada con su antecesora, así que mejor la olvidamos y la intentamos analizar como obra individual.
Y como obra individual RoboCop es demasiado plana como para entusiasmar, con un director sin demasiada pericia en las secuencias de acción (recuerden que su currículo se reduce a Tropas de Élite 1 y 2) y un actor que no produce nada de empatía, al que le perjudica enormemente su ego (como también sucede en la mayoría de películas de superhéroes) que obliga al director a rodar demasiadas secuencias con la cara descubierta (aprovecho el momento para aplaudir la valentía de actores como Hugo Weaving o Karl Urban por atreverse a interpretar personajes sin rostro como en V de Vendetta o Juez Dreed), con lo que sus escasas dotes interpretativas salen a relucir lastrando la acción del film, así como toda la subtrama familiar que –sinceramente- nos importa un pepino. Que en una película de un robot policía las mejores secuencias sean los duelos interpretativos entre despachos de Michael Keaton y Gary Oldman demuestran que algo se está haciendo mal.
Visualmente, por supuesto, es impecable, no en vano ha costado más de cien millones de dólares, pero algo rechina en esta producción que…
¡Oh, vamos! ¿En serio se han creído que no la vamos a comparar con el RoboCop de Verhoeven? Por supuesto que debemos hacerlo. No estamos hablando de la adaptación de un libro o de un comic. Es una versión de una historia casi perfecta, con una violencia y una mala baba genial que por aquí no aparece por ningún lado y con una supuesta crítica social que, en el remake, aparte de en sus primeros diez minutos, termina desvaneciéndose hasta desaparecer, al no ser que nos conformemos con las pesadas apariciones de Samuel L. Jackson como presentador de noticias con aire de telepredicador.
No se entiende que contraten a un director supuestamente con personalidad como Padiha para no concederle después total libertad, o que la película deba estrenarse con una calificación moral baja cuando una de las cosas que hicieron grande al auténtico RoboCop fue su generosidad con la sangre, o que ellos mismos reconozcan sus propios complejos con el cambio de color del uniforme con su posterior rectificación.
No les voy a intentar meter en la cabeza que esta película es una auténtica basura, pues tampoco es para tanto, pero  no es ni tan trepidante, ni tan emocionante ni tan divertida como aquel clásico ochentero, y por buenos secundarios que se hayan fichado no consiguen hacer olvidar a Miguel Ferrer, Ronny Cox o Nancy Allen.

Lamento decir esto pero si quieren que les sea sincero, si desean disfrutar de la película ahórrense la entrada del cien y corran a su videoclub a recuperar al Robocop que fue Peter Weller. Disfrutarán más.

 

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