viernes, 30 de agosto de 2013

AVIONES (4d10)

Desde hace un tiempo la relación entre Disney y Pixar está un poco difusa. Inicialmente eran compañías diferentes que trabajaban al unísono. Más tarde parecía que una de ellas iba a absorber a la otra y ahora parece que ambas sean la misma cosa, pero tampoco exactamente. Asimismo, no se sabe bien las diferencias entre sus productos. Personalmente creo que cuando mejor funcionaban las cosas era cuando Disney se encargaba de la animación tradicional y Pixar de la digital, consiguiendo entre ambos los mejores productos de animación  del mundo, acaparando premios y éxito de taquilla y público. Pero parece claro que sus mejores años han quedado atrás para ambos, así como aquella época dorada en que derrochaban imaginación y originalidad (como prueba me remito a mi comentario sobre Monstruos University). Pero una cosa es bajar el listón (cosa casi inevitable cuando el nivel era tan alto) y otra muy diferentes llegar a ofrecer un producto realmente mediocre. Y, por desgracia, en esas estamos ahora.
Aviones no solo es una imitación de segunda de la premisa de Cars, sino que no tiene la más mínima gracia ni sentido. Llámenme falto de imaginación, si quieren, pero ya para empezar me parece estúpida la idea de un mundo donde los aviones hablan, sobre todo porque no existen límites y no se explica qué es real y qué no. Los aviones y coches son seres vivos, de acuerdo, ¿y los barcos no? ¿Estamos aparentemente en un mundo real, con sus paisajes y escenarios reconocibles y de repente Nueva York tiene una Estatua de la Libertad con forma de coche? De acuerdo, insisto en que esto igual es cosa mía y ya estoy muy mayor para películas de estas características, así que aceptemos pulpo como animal de compañía y prosigamos.
Estamos, obviamente, ante una película infantil. ¿O no? A mi entender, las películas infantiles no lo son solo porque sean de dibujos animados (que se lo explique si no a los creadores de Manga erótico tan prolífico en Japón), sino por tener una historia divertida y con mensaje acorde a sus edades. Y esta es la primera gran carencia en Aviones.
El mejor chiste de la historia está en su premisa argumentar: un avión con miedo a las alturas. Estúpido, pero divertido en su absurdidad. A partir de ahí, nada. NI chistes, ni gags ni puyas. No hay humor en esta película que es la traslación casi textual de cualquier película deportiva al mundo de la animación, con referencias evidentes a Rocky, Top Gun, Grand Prix o incluso Fast & Furious. Si no me creen, observen el esquema: se presentan los personajes, el protagonista parte con desventaja y se clasifica por los pelos, comienzan las diversas carreras, contra pronóstico el prota se pone el primero, hay un problema que lo deja al borde de la eliminación, se sobrepone y gana in extremis, casi recurriendo a la foto finish (¡uy, perdón!, les he contado el final, ruego me disculpen porque…  ¿de qué narices estamos hablando? Es una película Disney, nadie esperaba otro final, ¿no?). Así que de elemento sorpresa, ninguno. Y lo que si arrastra es el mismo problema que en el cine deportivo, que si no eres un apasionado del deporte en cuestión, te aburres soberanamente. Y ojo, que aquí no estoy particularizando demasiado la crítica, no vayan a pensar que tuve un mal día y la pago con los pobres avioncitos. Otra vez me voy a auto promocionar: ¿leyeron mi crítica de Gru, mi villano favorito, 2 donde les hablaba del ambiente que reinaba en la sala? Pues bien, de nuevo me encontraba en un cine repleto de chiquillos y aún estoy esperando la primera carcajada, la primera muestra de asombro, la primera emoción. ¡Cómo se aburrían los pobres muchachos ante una película lenta, soporífera y repetitiva! Además, el peso de lidiar con protagonistas mecánicos es un lastre importante a la hora de realizar un desarrollo de personajes. Fijémonos, por ejemplo, en el lado femenino. Un dibujo animado puede ser sexy (todos recordamos las curvas de Jessica Rabbit) y de eso en Disney saben lo suyo (y a las pruebas me remito con el polémico erotismo implícito de Esmeralda en El jorobado de Notre Damme), he incluso tenemos referencias de féminas sensuales no humanas, como la famosa Afrodita A. Pero de ahí a presentarnos un avión femenino sensual (el modelo indio) u otro apasionado (casi ninfómana) como el francés, pues… ¡Qué quieren que les diga! Además, es sonrojante y casi insultante el abuso de tópicos a la hora de dar personalidad a los diversos aparatos, siendo el colmo de los colmos el avión mexicano. Imposible ser más previsible.
La segunda gran carencia está en el apartado gráfico. Ya he dejado claro que no es Pixar, como su hermana Cars, sino Disney, y eso se nota demasiado. Sólo a la hora de reproducir paisajes hay cierta belleza en pantalla, cierta maestría, porque los diseños de los aviones son tan sencillos y planos que en ciertos momentos parece que nos encontremos con un producto televisivo de bajo presupuesto, siendo la expresividad de los protagonistas simple y facilona.
Tampoco encuentro, para finalizar, la necesaria moraleja, el mensaje final que aconseje llevar a los más pequeños de la casa a ver esta obra que, disfrazada de alegato en favor a la superación personal, nos termina mostrando a un personaje empeñado en destacar en un mundo que no le corresponde y en el que solo triunfa gracias a las ayudas de los demás, en algunos casos demasiado escandalosa para no ser considerada como una trampa (recordemos que no es el camino de la vida, es una carrera con sus supuestas normas y limitaciones).

En resumen, nuevo paso atrás de la factoría Disney que a este paso va a perder toda su magia mientras sus principales competidoras, pese a los presupuestos claramente inferiores, les van pisando terreno. Triste, pero cierto. No es de extrañar que la compañía de las Orejas se esté volcando tanto es sus dos franquicias estrella, Marvel y Star Wars. Sin ellas, el futuro se prometería negro. ¡Ay, si tío Walt levantara la cabeza!

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