martes, 7 de junio de 2022

Visto en Netflix: INTERCEPTOR

¿Qué se le regala a alguien que lo tiene todo? Quizá os ha tocado haceros esa pregunta en las vísperas de algún cumpleaños o boda de ese conocido que no parece necesitar de nada. Pues algo así debió pensar Chris Hemsworth cuando se animó a producir Interceptor, la última apuesta de cine de acción de Netflix que es más que nada un vehículo de lucimiento para su esposa, una Elsa Pataki a la que teníamos algo alejada de los set de filmación y que ha querido regresar por todo lo alto aunque sin alejarse demasiado de su familia, que para algo estamos ante una producción australiana y el propio Hemsworth se pasea por el film a modo de simpático (o ridículo, que esto es cuestión de gustos) cameo.

Interceptor es una de esas películas que parece haber surgido de un guion de los ochenta, un guion de clase baja, todo hay que decirlo, de esos que buscaban el protagonismo de tipos como Steven Seagal o Van Damme antes que a los pesos pesados de Schwarzenegger o Stallone. Eso sí, pasado por el rasero del #metoo en una subtrama algo boba que tampoco es que lleve a nada.

La Pataki ejerce aquí de capitana del ejército de los Estados Unidos destinada a una base cuya única finalidad es la de interceptar un posible ataque de misiles enemigos. Como es de prever, el ataque enemigo con las obligadas traiciones de turno se ejecutará a las primeras de cambio y ella solita, como una McClaine de baratillo, deberá salvar al mundo (o a los USA, que para ellos viene a ser lo mismo) de un mal trago.

Dejando de lado la eficacia de las escenas de acción, con unas coreografías que van de menos a más, en las que su doble ha debido tener un trabajo extra, o la suspensión de la credulidad a la que obligan casi todo el rato, rozando el esperpento en su tramo final, si algo hay que elogiar a Interceptor es que no aburre en ningún momento. Empezando su acción casi desde el minuto uno, la película va al grano, no alarga la historia en exceso y sabe sacudirse de los diálogos torpes y los giros inverosímiles a base de acción y adrenalina.

Es una de esas películas para pasar el rato, que contiene varios momentos de humor involuntario y otros que invitan al aplauso, pero que se disfruta tanto como fácil es olvidarla después. No es que Pataki no de el tipo como heroína de acción, es que el guion es tan loco que no nos permite que nos la creamos, pero como digo, tanto da. Tiene buenas peleas, algunas explosiones de CGI y tantas cuentas atrás como todas las películas de Misión Imposible juntas. Y todo en apenas una hora y media. ¿De veras alguien esperaba más?

 

Valoración: Seis sobre diez.

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