sábado, 6 de abril de 2019

DUMBO

Empiezo a estar francamente cansado de este nuevo invento de Disney que consiste en revisionar sus grandes clásicos de la animación para reinterpretarlos con actores de carne y hueso. Aunque no haya tenido todavía ningún descalabro (ya veremos que pasa con Aladdin), lo cierto es que el público empieza a revelar síntomas de agotamiento y las taquillas están respondiendo a la baja.
Dumbo es el último ejemplo de esta dejadez literaria y este camino por la vía fácil que parece haber tomado definitivamente la casa del ratón, temerosa quizá de que todos sus productos originales se conviertan en fracasos (El Cascanueces y los cuatro reinos tuvo una tibia acogida mientras que Un pliegue en el tiempo fue directamente un merecido fracaso). Y eso que no reparan en gastos a la hora de contratar a realizadores de prestigio para sus proyectos, aunque de poco sirven si luego se encuentran demasiado maniatados para dejar que su estilo brille por sí solo.
Posiblemente este sea uno de los grandes problemas de Dumbo. Siendo su antecesora animada una obra maestra, resultaba difícil estar a la altura, pero en manos de cualquier director artesanal del montón uno se podría conformar que el pasatiempo entretenido y por momentos emotivo que es esta nueva adaptación del elefantito volador. Aprovechando el avance técnico para construir a un Dumbo realmente enternecedor y creando una historia tópica pero funcional alrededor de unos protagonistas humanos que no existían en la primera película, no haría falta pedirle mucho más al film para que cumpliese con creces como cine familiar mucho menos dramático que la antecesora, pero muy correcta, al fin y al cabo. Sin embargo, la presencia de Tim Burton tras las cámaras, y más con el tema circense de por medio, invitaba a pensar que íbamos a poder disfrutar del derroche visual característico de este director, de una imaginería loca y casi surrealista que iba a hacer que olvidásemos las comparaciones con la película de 1941. Sin embargo, esto no es así, y Burton se limita a hacer un trabajo correcto, pero para nada arriesgado, una película que solo en un par de momentos se puede intuir que es de su autoría y que está a años luz de su mejor época. Añade dolor al asunto que se cuente con la participación de Michael Keaton y Danny DeVito en el reparto (además de la música de Danny Elfman), lo cual hace que añoremos aún más la época de Batman vuelve en la que coincidieron ya los cuatro artistas (aunque los actores, curiosamente, con los roles intercambiados).
Así pues, Dumbo es una película visualmente interesante y divertida, algo alargada y sin la emotividad tan potente que cabría esperar, pero a la que le falta algo más de magia, algo de chispa que nos invite a dejarnos de comparaciones y disfrutarla como si el clásico de animación no fuese un referente inevitable.
Pero, cuando la sensación es que el único objetivo de estas películas es hacer dinero, la cosa no termina de funcionar nunca. Y ni siquiera Eva Green es un as suficientemente ganador para esta bajara de cartas marcadas.

Valoración: Cinco sobre diez.

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