jueves, 4 de julio de 2019

LOS MUERTOS NO MUEREN

Los muertos se están levantando de sus tumbas y vuelven a la vida en busca de alimentos. En esta ocasión, podría ser a causa del fracking polar que ha desviado a la tierra de su propio eje (no lo busquéis en la Wikipedia, se trata de un invento de Jarmusch). 
 O quizá sea culpa de los extraterrestres, como en la entrañable a la par que horrible Plan nueve del espacio exterior, de Ed Wood. Como sea, este nuevo apocalipsis zombie parece esconder detrás una nueva crítica social, como ya hiciera Romero en la época de La noche de los muertos vivientes. Sin embargo, los tiempos han cambiado, y lo que antes era una reacción desesperada por luchar por la supervivencia ahora es casi una resignación lánguida y apática. “Esto va a acabar mal”, dice repetidas veces el personaje de Adam Driver, pero no queda muy claro si se refiere a la película o a la propia humanidad.
Jim Jarmusch es un director particular donde los haya, de carácter intimista, que no se ata a ningún género, sino que acepta cualquiera hasta hacerlo suyo. Ya sea el western de Dead man, la composición literaria de Paterson o incluso el cine de vampiros de Solo los amantes sobreviven. Todas ellas obras pequeñas a la par que maravillosas que componen retazos de su propio mundo y que, como ocurre con las historias de Wes Anderson, se refuerzan con unos actores a los que conoce perfectamente y que son ya parte de su propio micro universo.
Los muertos no mueren tampoco es una gran denuncia social. Casi cualquier película de zombies de hoy en día presume de serlo, y en este sentido Jarmusch ni reinventa el género ni lo pretende. En el fondo, todo parece una broma, una excusa para juntarse los amiguetes de siempre y hacer una serie de bromas, algunas absurdas y metalingüísticas, alrededor de un terreno de sobras conocido. 
Así, la pareja conformada por Adam Driver (un observador de la vida, más espectador que actos, como su propio personaje en Paterson) y Bill Murray (tan resignado ante el apocalipsis como ya lo estuviera en su divertida aportación a Bienvenidos a Zombieland), son solo la punta del iceberg de lo que el propio poster presume de ser el mejor reparto zombie de la historia.
Así, es posible conjugar sin problemas los talentos de gente tan dispar como Iggy Pop, Steve Buscemi, Selena Gomez, Tom Waits, Danny Glover, RZA, Caleb Landry Jones o Chloë Sevigny, en un sentido homenaje al cine de George Romero y a todas aquellas películas de matinales de terror que poblaron la infancia de Jarmusch.
Humor sutil, ritmo pausado, referencias a Star Wars, roturas de la cuarta pared, personajes que parecen haberse equivocado de película (lo de Tilda Swinton es de traca) para una película cuyo principal problema es quedarse a medio camino de todo, algo no accidental, sino posiblemente buscado por el propio Jarmusch, que tampoco parece tomarse a sí mismo demasiado en serio. De tal manera, los que busquen una denuncia social sesuda y agresiva no hallarán demasiado a lo que agarrarse, mientras que el festival gore y de muertes sin duda sabrá a poco a los amantes del género Z.
El film es puro Jarmusch. Un Jarmusch menor, quizá, pero con todos sus tics y peculiaridades, lo cual es ya de por sí un argumento para no dejar pasar la película.

Valoración: Seis sobre diez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario