lunes, 22 de abril de 2013

MEMORIAS DE UN ZOMBIE ADOLESCENTE (7d10)

Qué duda cabe que nos encontramos con un nuevo intento de repetir un éxito de taquilla similar al de Crepúsculo y que, como ya pasara con The Host y Hermosas Criaturas (las tres obras crepusculares en lo que llevamos de año) no va a conseguirlo, aunque sus virtudes, al menos en lo que se refiere a la nueva adaptación de Meyer y la que nos ocupa ahora, sean mucho mayores. Respecto a Memorias de un zombie adolescente las comparaciones, a priori, son evidentes: historia de amor imposible a lo Romeo y Julieta cambiando vampiros por zombies. Sin embargo,  si nos detenemos en la apuesta de Jonathan Levine (en su primer trabajo relevante como director) las diferencias resultan abrumadoras. En primer lugar, en contra de los vampiros “purpurina” que paseaban tan campantes a plena luz del día y van preñando jovencitas (¿pero no eran No-muertos?), aquí los zombies son zombies y, reconozcámoslo, los zombies molan. Por supuesto no busquemos aquí grandes momentos de terror o muchas secuencias gore (que algo hay) pero al menos la esencia e identidad de los personajes se mantiene fiel al concepto clásico que imagino Romero (aunque con alguna innovación, como el hecho de que con el paso del tiempo los zombies evolucionan a otra raza diferente). Además, si bien la historia de amor entre Julie y R es el motor de la historia, no nos encontramos ante un pasteloso romance empalagoso, ya que Memorias de un zombie adolescente es sobre todo, no nos engañemos, una comedia.

Ya desde el primer minuto encontramos algo desconcertante. Narrada en primera persona (como ya vaticina el propio título), la película arranca con R, un joven zombie que mantiene parte de su conciencia, por lo que, a diferencia de sus compañeros tiende a buscar momentos de soledad para escuchar música en una burda imitación de vida humana. Pero no nos equivoquemos,  sigue siendo un cadáver de movimientos lentos,  sin capacidad para comunicarse y, lo más importante, que se alimenta de carne humana. Cuando R y otro grupo de zombies rodean y masacran a un grupo de humanos (una especie de resistencia organizada en una zona segura a las órdenes de Grigio), este se alimenta de un joven, del que obtiene parte de sus recuerdos. Julie, la hija de Grigio, logra escapar con vida, pero solo la intervención de R le permite sobrevivir, ya que su cena era precisamente el novio de la muchacha y el zombie no puede evitar sentirse atraído por la humana. Julie comienza a experimentar una especie de síndrome de Estocolmo cuando comprende que el monstruo que la tiene retenida es también el único motivo por la que sigue viva, pues él es quien la mantiene a salvo del resto de muertos vivientes. Pronto comienza a sentir también ella algo por R, descubriendo que ayudarle a recuperar emociones olvidadas como el amor posibilita albergar una leve esperanza de encontrar una cura al apocalipsis zombie. Como veis, una trama disparatada si no tuviera un tratamiento de comedia que funciona francamente bien, ayudándonos a aceptar situaciones a priori tan absurdas (y ochenteras) como Julie presentando a R a su mejor amiga, como si de un novio simplemente algo macarra se tratara (también ochentera es la banda sonora, incluyendo un gag a consta de Pretty Woman).
El buen hacer de los actores también ayuda a aceptar lo que se ve en pantalla. La pareja protagonista tiene al menos suficiente bagaje como para salir airosos del invento, ya que a R lo interpreta Nicholas Hoult, habitual en superproducciones como la excelente X-men: Primera generación y la pasable Jack el cazagigantes y que el año que viene estrenará Mad Max: Fury Road y X-men: Días de futuro pasado, que consigue una recreación zombie contenida y simpática, mientas que Julie tiene el rostro de Teresa Palmer, vista en Soy el número Cuatro y el Aprendiz de brujo. Además,  tenemos a John Malkovich como Grigio y los secundarios Analeigh Tipton (Crazy, stupid love o The Green Hornet) y Rob Corddry (habitual secundario en comedias de Ben Stiller y visto últimamente como el socio que traiciono a Jeff en Community), poniendo rostro a los mejores amigos de Julie y R respectivamente.
No estamos ante una epidemia gore de Romero (ni de Balaguero, ya puestos), ni una comedia desternillante como Zombies party o Bienvenidos a Zombieland, pero lo cierto es que la combinación entre acción, romance y comedia es efectiva y funciona correctamente, con el único pero de unos efectos digitales algo limitados respecto a los Huesudos, una variante de los zombies que suponen la verdadera amenaza del film.

Cierto es que el romance es, finalmente, el verdadero motor del film pero por una vez, y sin que sirva de precedente, no se trata de un recurso empalagoso, sino de una verdadera declaración de intenciones de que el amor lo puede todo. Y ese no tiene porqué ser necesariamente un mal mensaje, ¿no?

No hay comentarios:

Publicar un comentario