sábado, 19 de julio de 2014

EL AMANECER DEL PLANETA DE LOS SIMIOS (8d10)

Miedo le tenía a esta película debido al enorme hype que estaba produciendo. Tantas noticias y críticas diciendo que se trata de la película del año, casi una obra maestra, no hacían más que provocar mi desconfianza ante un nuevo producto sobredimensionado que no podía más que decepcionar.
Pues nada más lejos de la realidad. La secuela de El origen del Planeta de los Simios (que a su vez, como esta, era precuela del clásico El Planeta de los simios) es esplendida, maravillosa, grandiosa y genial.
Protagonizada por un monstruoso Andy Serkis que se merece el Oscar ya (y si no es posible dárselo porque no se le ve el rostro que inventen una categoría especial urgentemente), la película continúa tal y como quedó su antecesora, con los simios viviendo en libertad y un virus mortal para los humanos propagándose por todo el planeta. Diez años después, los simios han construido una comunidad que los muestra a medio camino entre su naturaleza salvaje y los rasgos de humanidad que el aumento de inteligencia ha formado en ellos. Así, se nos presentan como una especie de tribu ancestral, cazadora en grupo y portadores de armas de hierro y constituida en una sociedad liderada por Cesar, que se ha convertido, además, en cabeza de familia.
Por su parte, un escaso grupo de humanos ha logrado sobrevivir a la epidemia al ser inmunes al virus, pero para garantizar su supervivencia dependen de poner en funcionamiento una central energética ubicada en una presa que está, precisamente, en territorio simio. Mientras en el campamento establecido en San Francisco el líder humano Dreyfuss se encargará de armar y preparar a sus hombres para un posible combate Malcolm y un escaso puñado de humanos más tratarán de negociar un acuerdo con los simios.
Sin embargo, no todos los humanos van a aceptar de primeras la amistad de los simios, ni todos los simios se van a prestar a colaborar con los humanos.
Lo que podría parecer una película de aventuras con tintes naturistas pronto se convierte en una película bélica, sin contemplaciones. Cruel y sanguinaria, El amanecer del Planeta de los Simios se entiende como una metáfora de la imposibilidad de entendimiento entre dos razas diferentes, y cómo el odio más irracional puede conducir a la hecatombe sin que la lógica ni los sentimientos puedan evitarlo. Jugando constantemente en apuntar a unos y a otros como los “malos” de la peli, la película no ofrece un villano general (aunque sí uno particular), pues el quid de la cuestión es que los humanos se han vuelto demasiado animales y los animales demasiado humanos, con lo que el conflicto será, finalmente, inevitable.
La película está dirigida con maestría por Matt Reeves, amiguete de correrías de J.J. Abrams quien le dio la oportunidad de debutar en cine con la interesante Monstruoso a la que siguió la estupenda adaptación americana de la película nórdica Déjame entrar. Juntos además habían colaborado ya en la serie Felicity, lo que se puede comprobar en la participación en la película de Keri Russell, protagonista de la serie y no demasiado prodigada en cine. Otro viejo conocido de la familia es Kirk Acevedo, famoso por su doble papel de Charlie Francis en Fringe y que aquí tiene un breve pero determinante papel.
Reeves completa ahora su mejor película hasta la fecha, luciéndose en las escenas de acción y sabiendo mantener el ritmo sin caer en la sensiblería ni el maniqueísmo y regalándonos alguna escena especialmente inspirada, como la del tanque en pleno campo de batalla.
Como protagonistas del film (aparte, insisto, del fenomenal Andy Serkis) encontramos a Jason Clarke (actor sosete que se dio a conocer en La noche más oscura y será el nuevo John Connors) y a Gary Oldman, los cuales hacen unas interpretaciones sufridas pero sin demasiado espacio para el lucimiento. Y es que si hay que ponerle algún pero a la peli (alguno se lo pone, yo no) es lo superficialmente dibujados que están los personajes, de los cuales apenas sabemos nada aparte de que perdieron a seres queridos debido a la epidemia de la que muchos responsabilizan a los simios. 
Sin embargo, en mi opinión, no necesitamos conocer mucha más de ellos, pues los verdaderos protagonistas del film, los que mueven el motor de la acción, son los simios, y en ese bando, aparte de conocer de antemano el pasado de Cesar y de su segundo a bordo Koba quedan suficientemente bien definidos en la película para comprender sus sentimientos y motivaciones aún sin haber visto la anterior.
Como colofón final a una película que supera con creces (y eso sólo es ya todo un mérito) a la obra de Rupert Wyatt y se sitúa a la par (aunque los ritmos narrativos y las secuencias de acción son totalmente diferente, como corresponden a las épocas de rodaje) al clásico que protagonizó Charlton Heston allá por 1968 tenemos a Michael Giacchino como autor de la banda sonora, otro más que salió de la factoría Abrams pero que ya brilla con luz propia y que aquí consigue una impagable obra musical que engrandece aún más la película.
Simpática y tierna en algunos momentos, dura y trágica en otros y decididamente trepidante y emocionante pero sin renunciar a la reflexión en ningún momento, El Amanecer del Planeta de los Simios es, probablemente, la mejor película estrenada este año, por lo menos en lo que a cine comercial se refiere, y es que sus guionistas han logrado escribir el libreto de una película cargada de efectos especiales y personajes digitales sin permitir que estos se coman a la historia.
Magnífica. No hay más que decir.



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