lunes, 15 de enero de 2018

EL EXTRANJERO

Perdido en el limbo de las tv movies, hacía tiempo que no teníamos noticias del director Martin Campbell, concretamente desde aquella denostada adaptación al cine de Green lantern. Sin embargo, en su haber tiene un par de interesantes capítulos de la saga de James Bond, en concreto la última de la etapa de Pierce Brosnan y la primera de Daniel Craig, lo cual lo hacen un director perfecto para una película de estas características.
El extranjero, de producción anglosajona pero dinero chino, está producida por Jackie Chan (otro al que se tenía la pista muy perdida), y como tal habría que considerarla como una película de Jackie Chan. Sin embargo, acomodados en los tópicos, esta obra no podría estar más en las antípodas de lo que uno se imagina al pensar en el concepto de “película de Jackie Chan”. Si, hay acción y el actor, pese a que los años no pasan en balde, sigue estando en buena forma, pero no hay aquí un ápice del humor que lo caracteriza, resultando esta una obra amarga y con un dramático fondo.
En realidad, pese a la acción que contiene, estamos más bien ante un thriller político, con un notable Pierce Brosnan metido en la piel de un viceministro irlandés que debe lidiar con la aparición de un nuevo grupo terrorista autodenominado “el IRA real”. En su primer atentado causan varias víctimas, entre ellas la hija del dueño de un restaurante chino de pasado militar que buscará venganza.
El gran problema de El extranjero es que pretende tomarse demasiado en serio a sí misma. Con un tono tan sombrío y formal, resulta demasiado inverosímil para que funcione correctamente, y el “anciano” Chan termina pareciendo un refrito de Rambo con toques de Terminator, imparable en su obsesión. Sirve esta película para reflexionar sobre la calidad del cine, cuando un personaje tan aparentemente fácil de empatizar con él (un hombre que pierde a su hija y solo busca respuestas) resulta cansino y distante, mientras que en una película de similar planteamiento (aunque sin ningún otro parecido real), Tres anuncios en las afueras, teníamos a una madre obsesiva e irracional con la que, sin embargo, era fácil empatizar.
Jackie Chan se pasa media película poniendo cara de perrito apaleado y la otra media dando tortas y haciendo explotar cosas, y aunque hay que reconocerle a la película que no aburre en ningún momento, resulta tener mejores intenciones que aciertos y su guion, basado en una novela de Stephen Leather, no termina de enamorar nunca.
Pasatiempo aceptable, pero poco más, ni siquiera aprovechable como alegoría política.

Valoración: Cinco sobre diez.

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