domingo, 21 de enero de 2018

MAZINGER Z INFINITY

Pese a que la mayoría de la gente de mi generación (aquellos que sobrepasan los cuarenta) reclamemos a Mazinger Z como un icono de nuestra generación, lo cierto es que el personaje creado por Gõ Nagai para el manga y el anime, sentando las bases de lo que se llegaría a conocer como el género Mecha, no ha dejado de estar presente en la cultura japonesa, ya sea mediante OVAs o películas que continúen su historia, reinvenciones en forma de nueva serie o continuaciones ampliando su universo.
Mazinger Z Infinity es la última aportación a ese universo, un retorno del héroe clásico a lo grande que, si bien rinde homenaje a los fans de aquella obra mítica de los setenta, puede llegar a desconcertar a los que abandonaran la saga en aquellos años con personajes como Gran Mazinger (que debutó en el último episodio de la serie original pero que en su momento no se llegó a emitir en España) o las reflexiones sobre la duplicidad entre deidad o demonio del gigantesco robot.
Mazinger Z Infinity presenta a los protagonistas de siempre con unos cuantos años de más, en una sociedad idílica y pacífica hasta la aparición de un nuevo engendro mecánico que derivará en el retorno del aparentemente inmortal Doctor Infierno. Adaptada a los nuevos tiempos, la última película de Mazinger Z es más profunda ideológicamente, buceando en temas como la familia, la bondad innata (o la ausencia de la misma) de la humanidad y coquetea con realidades paralelas y mundos (o incluso futuros) alternativos, pero por encima de todo es lo que el espectador espera que sea, una epopeya de robots gigantes dándose de leches entre ellos, con el retorno de un Mazinger Z no tan obsoleto como podría aparecer y el regreso de sus gadgets tan familiares para los más veteranos del lugar, tales como el planeador, el fuego de pecho o los puños fuera.
Mazinger Z Infinity no es una película memorable, pero consigue con efectividad recuperar el espíritu de la serie original sin caer en un abuso del homenaje autoreferencial, sabiendo conjugar la nostalgia con la apuesta por la modernidad, siendo un divertimento apto para cualquier tipo de generación.
Valoración: Seis sobre diez.

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