miércoles, 16 de febrero de 2022

Visto en Movistar: TODOS MIENTEN

Pau Freixas, autor de un buen puñado de episodios de Pulseres Vermelles y creador, entre muchas otras, de la serie Sé quién eres, avala la nueva apuesta patria de Movistar+, Todos mienten, una lujosa producción de intriga y dramas familiares en torno a un asesinato en una elegante zona residencial donde, inevitablemente, lo primero que destaca es su espectacular reparto.

Todos mienten es tan adictiva como tramposa. Durante sus ajustados seis episodios la serie va dando saltos en el tiempo para narrarnos, en dos líneas temporales que pueden confundir un poco al principio, la relación de una profesora con un alumno y la posterior muerte de este.

Aunque los giros de guion son constantes y, como el propio título vaticina, todos parecen tener motivos para sospechar de ellos, la serie se desinfla en cierto momento, quizá por el abuso de un ecosistema tan limitado para el paisaje que se nos quiere mostrar. Estamos en una población aparentemente grande (lo que provoca otro punto de extrañeza, ya que el pueblo que se han inventado –que en realidad es una urbanización de Blanes- no tiene la presencia física necesaria, pareciendo como si las casas de los protagonistas y los pocos lugares comunes –la escuela, el hospital- pertenecieran a mundos diferentes), pero todo lo que sucede parece afectar tan solo a un puñado de parejas. Como dice una canción: «mira que el grande el mundo y esta ciudad es chica».

Todos mienten, aunque en apariencia no pretenda serlo, es una serie principalmente femenina (incluso algún personaje, como el de Ernesto Alterio, desaparece sin explicación de los capítulos finales), siendo ellas quienes llevan el peso de la acción, en especial unas muy correctas Irene Arcos y Natalia Verbeke. Esto, y la propia ambientación, hace que uno piense constantemente en los referentes que Freixas pudiese tener a la hora de crear (y vender) su propuesta. La primera que se me viene a la cabeza, por estilo y tono, es Mujeres Desesperadas. La segunda (que no deja de ser una variante de la misma), Big Little lies, de la que copia incluso el recurso narrativo de narrar pasado y presente en paralelo.

Compuesta como si de una obra de Agatha Christie se tratase, presentado a los sospechosos y empezando el descarte hasta quedarnos con la sorpresa final (tan inesperada que resulta algo forzada), la serie entretiene y se disfruta mucho durante su visionado, pese  a que se le intuyan las costuras, pero su desenlace se intuye algo artificial, dejando la sensación de que nos han tenido dando vueltas hacia cosas que, en el fondo, no importaban demasiado y haciendo que sepa un poco a timo. Siempre es interesante no poder acertar la identidad del asesino antes de tiempo, pero no si nos hacen trampas con la información.

En resumen, un buen trabajo interpretativo, bonitos paisajes y mucha tensión en una serie rápida de ver que se puede disfrutar tanto como olvidar después.

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