sábado, 14 de marzo de 2015

CHAPPIE (6d10)

Cuesta encontrar el sentido de una película como Chappie, una historia tan extraña e irregular que definirla como una mezcla entre Cortocircuito y RoboCop (la original, claro) puede parecer un recurso fácil, pero las referencias a esas películas es tan constante a lo largo del metraje que es imposible verla y pensar en otra cosa. Claro que es un film de Neill Blomkamp, con lo que no se pueden evitar sus fobias habituales, como la (aparente) crítica social sobre la situación de Sudáfrica, las familias disfuncionales, la soledad de los que son diferentes…
Chappie deambula entre varias tramas paralelas: un trío de ladronzuelos de poca monta que deben devolver una gran cantidad de dinero al psicótico líder de una banda para lo que deben organizar un atraco a lo grande, la competividad entre dos creadores informáticos, uno de los cuales apuesta por la Inteligencia Artificial de sus ciborgs mientras que el otro se decanta más por la fuerza mastodóntica de robots tripulados siempre por humanos y, finalmente, la creación del primer androide con Inteligencia Artificial completa al que hay que enseñarle todo como si de un bebé se tratase.
Con las referencias de Distrito 9 y Elysium en el currículo de Blomkamp uno ya sabe más o menos lo que puede encontrarse en la película: acción bien dosificada, buen ritmo, grandes efectos especiales y mucho entretenimiento. Y todo esto se encuentra en Chappie, aunque repartido de forma muy desmedida e irregular.
Quizá el principal problema de la obra sea que o bien Blomkamp no sabe lo que nos quiere transmitir o bien no es capaz de hacerlo, pero el caso es que su Chappie arranca como una cinta de un corte tan infantil que borda lo ridículo, con ese robot aprendiendo a ser malote (no es un invento mío, la palabra malote se repite varias veces a lo algo de la peli, lo juro) para terminar en una horda de destrucción con toques lo suficientemente sangrientos para recordar el estilo de Verhoeven. 
Blomkamp, además, se rodea de un elenco de actores que no parecen tomarse en ningún momento en serio la historia, exceptuando quizá al esforzado -aunque limitado- Dev Patel, el chico de Slumdog millionaire, destacando el grotesco y sopbreactuado papel de Hugh Jackman, la desaprovechada Sigourney Weaver y los ridículos Ninja (sí, así se llama) y Yo-Landi Visser, una pareja de raperos sudafricanos que bien podrían seguir dedicándose a lo suyo, aunque en el caso de ella casi logra transmitir algo de ternura en su papel maternal de trágico final (no entro a valorar a Sharlto Copley porque la vi doblada).
La historia de Chappie, aparte de su planteamiento inicial, es completamente absurda, logrando que cada giro de guion sea más desconcertante que el anterior y que si se analiza con un mínimo de tranquilidad podría resultar hasta insultante. Es estúpida, boba e insensata, pero son tales los despropósitos que se cruzan en ella que logra, sorprendentemente, ser divertida y hasta entretener.
Se trata, podríamos decir, de cine palomitero elevado a su máximo exponente, siendo obligado el dejar el cerebro en la entrada y dejándose llevar por una serie de tontadas simpáticas de humor muy blanco e ingenuo que no debería aspirar a más que hacer pasar un rato distraído y poco más.
Eso sí, saliendo de la sala del cine uno ya empieza a temblar pensando si eso de que el señor Blomkamp se haga cargo de la nueva película de Alien es realmente buena idea.


No hay comentarios:

Publicar un comentario