viernes, 26 de agosto de 2016

AL FINAL DEL TÚNEL: entretenida y poco más

Pese a la presencia de algún actor español en el reparto, Al final del túnel es una película cien por cien argentina. Ello no implica que se englobe dentro de la moda actual en nuestra cinematografía de apostar por las películas de intriga policíacas, más concretamente en su vertiente de robos a bancos, y en esa línea se encuentra el título que ha dirigido Rodrigo Grande.
Leonardo Sbaraglia es Joaquín, un hombre condenado a una silla de ruedas tras un trágico accidente cuya única finalidad en la vida es espiar a sus vecinos de finca que planean un elaborado robo a una sucursal bancaria. Pero en el momento en que Berta (Clara Lago) y su hija alquilan una habitación en su casa toda su vida se verá trastocada.
Fábula de intriga sobre el honor, la lealtad y el amor que contiene grandes momentos de tensión (todo lo referente al túnel al que alude el título) y que está filmada con elocuencia y buen hacer pero que, a la hora de la verdad, poco o nada aporta al género. Todo lo que se ve es esperable y los giros de guion no resultan ni de lejos tan sorprendentes como se pretende, ni impacta lo suficiente ese clímax final tan inspirado en Tarantino.
Al final del túnel es una de esas películas que se ven con agrado, que te mantienen tenso y pegado a la butaca y que se pueden olvidar tras la salida de la sala. Cine de consumo puro y duro, tan correcto como innecesario y que, desde luego, no va a trascender para nada.
Y aun así, se puede recomendar sin problemas, porque hay veces en que la trascendencia es conveniente dejarla aparcada en la puerta y dejarse llevar por una historia sin implicarse demasiado en la misma.

Valoración: Cinco sobre diez.

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