miércoles, 3 de agosto de 2016

MALAS MADRES: una nueva muestra del gamberrismo más mojigato.

Malas Madres es la nueva película del dúo formado por Jon Lucas y Scott Moore, que debutaron con la insuficiente Noche de marcha pero que serán siempre recordador por haber escrito aquella gamberrada tan aplaudida que fue Resacón en Las Vegas, aunque en honor a la verdad no han vuelto a hacer nada memorable desde entonces.
Muy por debajo de la película que consagró a Bradley Cooper, Malas Madres sigue la estela de la clásica comedia americana llena de gamberradas y chistes de mal gusto pero que, en el fondo, esconde un mensaje edulcorado y bienintencionado. Esa falta de mensaje es lo que distinguía a Resacón en Las Vegas, que junto a una narrativa bastante original prometía diversión y solo diversión (sí, podía verse oculto un canto a la amistad pero…). En ese sentido, Malas Madres se encuentra en el lado opuesto, y por mucho que su punto de partida (tres madres que renuncian al compromiso de actuar con la impecable responsabilidad que se les supone) promueva la libertad y la felicidad que puede conseguirse con solo dar un portazo en las narices a los maridos y los hijos, la conclusión final es justo lo contrario, y junto al tufillo exageradamente feminista que desprende el film la conclusión final es que la maternidad es lo más bonito del mundo, que no hay nada como los hijos y que cualquier sacrificio es poco. Y que no existen, en realidad, las malas madres. Solo las malas expectativas.
Desconozco que le está pasando a la comedia actual que, pese a regar sus guiones con chistes obscenos y escatológicos, terminan resultando más moralistas que un telefilm de Disney (recuerden el reciente caso de Hermanísimas), como si la mala baba que se gastaban los Reitman, Landis y compañía y que solo lograron rozar en sus primeros films Judd Apatow o los hermanos Farrelly se hubiese agotado ya. O quizá es producto de una nueva corriente de puritanismo y conservadorismo en la sociedad americana. El caso es que lo que se promete como una gamberrada rompedora y desafiante termina siendo una comedia blandita y moralizadora, casi panfletaria. Y si no, atentos a las escenas que acompañan a los títulos de crédito finales.
Con todo, la peli cuenta con un reparto femenino bastante apañado, encabezado por una Mila Kunis que después de su descalabro con El destino de Júpiter ha demostrado sentirse más cómoda en la comedia que en cualquier otro campo. A su lado están nombres como Kathlyn Hahn, Kristen Bell, Christina Applegate o Annie Mumolo, todas unas expertas en estos inventos. La guerra de sexos habitual ha sido sustituida aquí por una guerra de lobas (también con final feliz, no vaya a ser que alguien se nos ofenda), y el desmadre viene de la mano de tres improbables amigas que amenazan con romper (por poco tiempo) con las reglas de la sociedad.
La película es divertida, no lo voy a negar, y los personajes logran que empatices con ellos, mostrando un variado repertorio de filias y fobias (algunos rozando el tópico más clasicista), pero ese regusto a mensaje buenrollero impide disfrutar del todo del show, casi como si a uno le obligaran a quedarse a barrer y limpiar después de la fiesta.
La vida se ha edulcorado, y aunque aquí encontremos malas madres, malos hijos, malas esposas, malos maridos y malos profesores, la irreductible unión fraternal entre las bunas amigas (¿qué importa que nos acabemos de conocer?, que diría Sabina) podrá con todo.
Comedia de carcajadas contadas y sonrisa estable, algo más simpática que la media habitual pero muy poca cosa para ser obra de quien es. Y es que la sombra del Resacón es alargada…

Valoración: Seis sobre diez.

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