miércoles, 2 de noviembre de 2016

TROLLS: empacho psicotrópico-musical.

Da la sensación de que en Dramworks han perdido un poco la chispa. Quizá demasiado acomodados en machacar sus franquicias más exitosas hasta agotarlas, léase Shreck, Madagascar y Kung Fu Panda, ahora les cuesta crear productos verdaderamente originales.
Y no es que Trolls sea una mala película, pero mientras uno la ve no puede evitar acordarse de todo aquello en lo que se inspira o copia, además de que para mi gusto se abusa bastante de las canciones.
Trolls nos presenta a estos pequeños seres que nada tienen que ver con los monstruos que trataban de comerse a los gnomos en aquella serie de televisión o a las impresionantes bestias (aunque no muy listas, eso sí) que se ven en películas como El Señor de los Anillos y Harry Potter, sino que están más inspirados en los juguetes creados por Thomas Dam, con sus ojos saltones y sus largas cabelleras de colores. Aquí los villanos de la historia son los Bergens, que los persiguen para comérselos en una fiesta ritual anual.
Los trolls de esta película son divertidos y les encantan las fiestas, y aquí uno ya empieza a ver una copia de Los Pitufos de Peyo. Al fin y al cabo, algo así intentaron hacer ya los de Dreamworks en Home, hogar dulce hogar (aunque al fin y al cabo, de eso iban más o menos Los Minioms). Y los Bergens no dejan de ser una variante del brujo Gargamel.
Se supone que los trolls producen la felicidad, y es por eso que son tan codiciados, para que los Bergens puedan saber así lo que es ser feliz. Excepto uno de ellos, de color gris, que es el triste y pesimista. Y entonces viene a la mente Tristeza, de Del Revés.
La historia no puede ser más sencilla, una trama muy infantil que pretende ensalzar el valor de la amistad y la lealtad y que se supone que explora los orígenes de la felicidad, pero lo que realmente importa es el aspecto visual de la misma. A diferencia de Ozzy, que aparte de aburrida es visualmente floja, Trolls es un espectáculo de luz y color, un empacho casi psicotrópico que puede llegar a empalagar en su exceso, pero que al menos provocará el entusiasmo de los más pequeños, que se lo pasarán en grande con las payasadas de estos seres en sus diferentes variantes.
El problema que tengo con esta película está en el apartado musical. Soy un gran defensor de los musicales, pero no en el terreno de la animación, donde ya he comentado alguna vez la dudosa calidad de su versión en español. En versión original se ha reunido a un competente reparto de estrellas del pop que pueden hacer la cinta más digerible, pero que en su versión doblada se hace muy dura de aguantar hasta el final. No es cuestión de criticar a unos grandes profesionales del doblaje que hacen su trabajo lo mejor que pueden, pero entre escuchar canciones de Anna Kendrick (que se ha convertido en una especialista en musicales), Justin Timberlake, Russell Brand, Gwen Stefany o Zooey Deschanel o de Paula Ribó, Ivan Labanda, Luis Posada, etc. pues hay mucha diferencia, la verdad.
En fin, orgía visual de las que empachan e historia cogida con pinzas cargada de tópicos que hará las delicias de los más pequeños con tanto color y cancioncita. Para los adultos ya es otra cosa.

Valoración: cinco sobre diez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario