viernes, 13 de octubre de 2017

Sitges 2017: MOM AND DAD

Bryan Taylor era uno de esos autores gamberros y desvergonzados que despuntó a principio de siglo con esa locura frenética e hiperactiva al servicio de Jason Statham que era Crank: veneno en la sangre y su secuela. Sin embargo, pese a que muchos lo consideraban el director y perfecto para reconducir al personaje Marvel de El Motorista Fantasma cuya primera película era muy discreta, su propuesta (Espíritu de Venganza) fue tan desastrosa (en su defensa hay que recordar que al menos no constaba como guionista de semejante esperpento) que su estrella se apagó de inmediato.
Quizá en busca de redención, Taylor regresa al cine más pequeño y grotesco con esta apuesta de humor muy negro e insano que, pese a contar con actores de cierto renombre en sus filas como son Nicolas Cage y Selma Blair, rezuma a serie B por todas partes.
Y, como suele suceder en estos casos, ese regreso a las cloacas del cine de bajo presupuesto y escasas pretensiones le ha sentado francamente bien.
Mom and dad propone una distopía donde un extraño virus despierta en los progenitores un salvaje instinto asesino hacia sus indefensos hijos. Con un puntito de ironía sobre los sacrificios de la paternidad y la habitual incomprensión por parte de los desagradecidos retoños, Taylor compone una versión alternativa a la clásica película de zombies que se va cociendo a fuego lento, con un ritmo muy bien medido, en la que, tras plantearnos un panorama general y ligeramente coral, termina por convertirse en una home invason familiar tan salvaje como divertida.
Con una poco probable distribución comercial, Mom and dad es la clásica película de festival, de esas en las que se invita al aplauso con cada derramamiento de sangre y donde cada muerte va acompañada de una sonora carcajada. Una película perfecta para el habitualmente insoportable histrionismo de Cage que aquí le queda como anillo al dedo y consigue, incluso, que el público se reconcilie con él.
Una película pequeña en sus pretensiones, insisto, poco más que una broma muy macarra, pero que funciona a las mil maravillas y se deja ver sin complejos gracias a no tomarse nunca demasiado en serio a sí misma.

Valoración: Seis sobre diez.

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