miércoles, 6 de diciembre de 2017

DOS PADRES POR DESIGUAL, repitiendo la fórmula original

Empezaba el 2016 con el visionado de una comedia que, sin más atractivos aparentes que su reparto (y eso que yo nunca he sido un gran defensor de Will Ferrer) resultó ser una entretenida comedia, eficaz en su planteamiento y suficientemente bien resuelta como para recordarla con agrado.
Casi dos años después de aquella Padres por desigual nos llega su inevitable secuela, estrenada un poco antes por estar ambientada en plenas fiestas navideñas, a la que hay que reconocerle, cuanto menos, que logra estar a la altura de su predecesora.
Dos padres por desigual se sitúa en la línea de las comedias navideñas que parecen escasear últimamente. Por ello no debe extrañarnos que sea una comedia blanca, lo cual es de agradecer de vez en cuando.
La premisa inicial es la misma: el conflicto entre el exmarido y la actual pareja de una mujer que deciden criar a los niños a medias, convirtiéndose así en lo que ellos llaman “copadres”. Pero, como sucediera en la saga de Los padres de ella, la mejor manera de complicar las cosas es añadir a la historia a los abuelos, naturalmente de caracteres contrapuestos.
El gran acierto del film es contar para ello con dos actores de la talla de John Lithgow y Mel Gibson. Ellos son los que hacen brillar una película que, sin ser nada del otro mundo, logra sacar unas cuantas carcajadas y se disfruta sin demasiada dificultad.
Quizá el secreto de la misma es como logra contagiar al espectador el bueno rollo que se intuye en el rodaje. Mel Gibson en concreto se lo debió pasar bomba, y así lo refleja su personajes, un republicano extremo que de burla de todo y de todos en casi cada plano.
Frente a ellos, Will Ferrer y Mark Mahlberg funcionan correctamente como enemigos íntimos orbitando alrededor de Linda Cardellini, con la modelo Alessandra Ambrosio y el luchador John Cena como secundarios de lujo.
Tópicos navideños, amoríos adolescentes, secretos revelados y todo lo que cabría esperar de una secuela como esta, muy edulcorada y previsible pero suficientemente divertida como para merecer ser vista como aperitivo navideño.

Valoración: Seis sobre diez.

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