lunes, 10 de diciembre de 2018

CAM

Siguiendo con la apuesta de Netflix por las películas de largometraje (no sé si es muy correcto llamarlas películas de cine al no estrenarse en salas, pese a que su concepción y calidad sea más cercana a estas que a las tv movie), el estreno de Cam supone el inicio de la colaboración entre la plataforma de streaming y James Blum, el considerado Rey Midas del terror y que bajo su sello, Blumhouse, consigue que películas de ínfimo presupuesto recauden millones de dólares en todo el mundo.
En ocasiones sus películas suelen ser un compendio de sustos fáciles y tópicos del género para contentar a adolescentes y poco más, pero en ocasiones es posible encontrarse con pequeñas joyitas. Y esto, como en el caso de Cam, acostumbra a producirse en el lugar más inesperado.
Sobre el papel, y echando un vistazo por encima a la película, Cam puede parecer la bobada más grande del mundo. Todo gira en torno a una chica que se gana la vida como modelo en una web de chats en vivo. Cabe aclarar que desconozco bastante este mundillo, pero la película, quizá conocedora que va dirigida a un público esencialmente millenial, no pierde demasiado tiempo explicando en que consiste ese sistema de créditos con que premiar a la camgirl por sus acciones, ya sean desnudarse, realizar determinadas acciones o, simplemente, conversar con sus seguidores. Sin embargo, es fácil coger la idea sobre la marcha y ponerse al corriente sin demasiados problemas. Este es el primer punto a favor de la película, que pese a tomarse su tiempo en que conozcamos a la protagonista hasta el punto de lograr encariñarnos con ella, no da demasiados rodeos y entra rápidamente en harina. No penséis, por eso, que se trata de un retrato sórdido y oscuro sobre la pornografía en Internet. Aquí todo tiene un punto luminoso y relativamente inocente, como demuestran unos decorados excesivamente rosados y la apuesta por el fetichismo light más que por el sexo explícito. Y es que, siendo una producción Blumhouse, está claro que hay que esperar algún aterrador misterio, el cual comenzará a revelarse cuando alguien usurpe la identidad de la protagonista en la red.
Insisto, a priori parece una tontada sin demasiado interés, casi un telefilm con una chica Disney de protagonista, pero algo subida de tono. Sin embargo, si escarbamos un poco en su interior, se puede encontrar una crítica bastante más sórdida de lo que sus imágenes demuestran a una faceta de la sociedad actual cada vez más dependiendo de las redes sociales y de la necesidad de fama virtual. No es esta una crítica contra el mundo de las girlcam (la propia guionista, Isa Mazzei, lo era, y se ha basado en sus propias experiencias para su historia), sino en esa fama impostada, esa necesidad de conseguir popularidad como forma de aceptación social, que, si bien habla de las modelos de webcams, bien podría extenderse a Youtubers e Influencers. Todo vale por llegar hasta lo más alto y, lo que es más difícil, mantenerse en la cumbre, y de la decisión e cruzar o no ciertos límites puede depender la diferencia, cosa que tiene muy clara esa falsa versión de la protagonista.
Cam, dirigida por Daniel Goldhaber, tiene muchas reminiscencias al cine de De Palma (o, ya puestos, de Hitchcock), resultando ser un thriller inteligente y angustiante donde las explicaciones brillan por su ausencia e invitan a un esfuerzo por parte del espectador (cosa poco habitual en este tipo de cine). Un ejemplo claro puede encontrarse en el uso de ciertos secundarios, como la amiga que trabaja en el supermercado o la propia familia de la protagonista, que a simple vista parecen no aportar demasiado a la historia pero que tienen una lectura detrás que aportan un valor añadido a la película.
Protagonizada con gran solvencia por Madeline Brewer, una de las protagonistas de El cuento de la criadaCam es un film mucho más maduro e inteligente de lo que a simple vista aparentaba, casi un reverso maligno a Ralph rompe Internet, ya que, en el fondo, comparten parte del mensaje social.
Pese al elemento fantástico, en Blumhouse al fin logran hacer una película que da miedo de verdad, ya que este terror, en parte es terriblemente cotidiano.


Valoración: Siete sobre diez.

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