sábado, 25 de diciembre de 2021

Visto en Netflix: DAVID Y LOS ELFOS

Ya he señalado muchas veces por aquí el catálogo casi infinito (y en constante expansión) de películas navideñas (algunas horrendas, todo hay que decirlo) que pueblan las plataformas, siendo posiblemente Netflix quien abandera semejante movimiento. De todas ellas, David y los elfos es posiblemente de las menos publicitadas, pero ni falta que le ha hecho, ya que los paranoicos de twitter ya se han encargado de darle la publicidad negativa necesaria para lograr, precisamente, el efecto contrario.

Provocadora de una polémica absurda y hasta ridícula por las supuestas insinuaciones de realidad que propone y que podría provocar preguntas incómodas por parte de los más pequeños de la casa, casi me siento tentado a analizar el debate antes que la propia película, pero en vista de lo que me ha gustado la propuesta navideña polaca y lo emotiva que me ha parecido, voy a centrarme en ella, resumiendo el debate de los encefalogramas planos en dos simples argumentos. Primero (ojo, spoiler): Podría ser que, efectivamente, Papá Noel, los elfos y todos los componentes mágicos de la Navidad en efecto no existan y sean productos de ficción. Segundo (ojo, spoiler 2): la película se encarga de dejar bien claro, desde el minuto uno, que en el mundo que proponen SÍ es real la familia Noel, su banda de elfos, la magia y todo lo necesario para hacer de la navidad algo entrañable y mágico, más allá del trasfondo religioso que en realidad posee. Así que aquí se zanja el debate.

Y si nos centramos solo en la película, ¿qué nos queda? Una estupenda propuesta familiar para ver con los más pequeños, una historia que quizá suene a mil veces vista pero que está planteada con una ternura maravillosa, consiguiendo divertir y emocionar por igual. Varios son los mensajes que propone, siendo el más evidente el de la importancia de que los niños crean en la magia y en el espíritu navideño, sin que sea necesario que tengan demasiada prisa para crecer, pero hay mucho más trasfondo, como el placer que se encuentra en las cosas pequeñas y en el abrigo de la familia, siendo evidentes las diferencias entre unas navidades en el pueblo, con sus valores familiares y sus tradiciones, o en una gran ciudad. Trata también sobre el complejo de Peter Pan, de un padre al que se le impone que debe madurar y dejarse de fantasías absurdas y que, cuando lo hace, se torna casi en un amargado cuyo estrés por el trabajo marca su vida, distanciándolo tanto de su hijo como de su esposa.

Se trata, pues, de una película perfecta para estas fechas, que pese a las limitaciones que podamos encontrar en una producción alejada de los cánones americanos se ve con mucho agrado y simpatía.

 

Valoración: Siete sobre diez.

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