sábado, 26 de noviembre de 2016

UN TRAIDOR COMO LOS NUESTROS. Tan efectiva como simple.

Dirigida por Susanna White, realizadora surgida de la televisión británica, aunque debutó en cine con La niñera mágica y el Big Bang, Un traidor como los nuestros es una nueva adaptación a una obra de John le Carré, que ejerce además de productor.
Con un argumento más sencillo y lineal de lo que nos tiene acostumbrado el autor de La Casa Rusia, El hombre más buscado o El Topo, entre otras, la película narra la epopeya de Perry y Gail Perkins, un matrimonio en crisis que en una escapada a Marruecos con el objetivo de avivar la chispa de su relación conocen a un magnate ruso, Dima, con quien entablan una gran amistad. Dima los introducirá en un mundo de lujo y derroche que se pinta muy feliz hasta el momento en que revela a Perry que es un contable de la mafia rusa al que han puesto precio por su cabeza y depende de la buena fe del turista para que contacte con el MI6 para negociar su protección a cambio de un listado de los implicados en turbios asuntos delictivos, entre los que se incluyen influyentes personalidades británicas.
Se inicia así un juego del gato y el ratón en el que el MI6 va a implicar irremediablemente a Perry y su esposa, que verán como su vida cambia drásticamente, pasando de ser un simple profesor de poesía y una abogada penal a dos agentes secretos dispuestos a dar su vida no por su país sino por proteger a Dima y su familia.
Un traidor como los nuestros es una entretenida película de acción e intriga, que no aporta nada nuevo al género pero cumple sus funciones a la perfección. Sin grandes alardes narrativos ni visuales presenta una trama sencilla con unos personajes que van del punto A al punto B y entre los que destacan un magnífico Stellan Skarsgård en el papel del “traidor” ruso.
Estamos en una sociedad confusa y de valores frágiles, y White tiene tiempo para realizar un cambio de papeles y conseguir que un asesino y blanqueador de dinero ruso sea visto con ternura mientras que personajes al servicio del gobierno británico puedan resultar odiosos, y esto funciona en parte con la representación del Perry que interpreta Ewan McGregor como el prototipo del héroe sin debilidades, que lucha por aquello en lo que cree y no duda en jugárselo todo por ayudar a alguien a quien no conoce apenas, como un James Stewart moderno, en un papel que recuerda por momentos al Robert Langdon interpretado por Tom Hanks de las novelas de Dan Brown. Un héroe, como no puede ser de otra manera, con pies de barro, aunque en su caso sus pecados son parte del pasado y simple excusa para situar al matrimonio en en lugar adecuado y en el momento oportuno.
Con un hermoso recorrido turístico por Marrakech, Londres, París y Berna, la película no es –ni lo pretende- una réplica a James Bond ni a Ethan Hunt, sino la humanización del espía en un ejercicio que aboga por la defensa de los valores familiares y la lealtad por encima de todo.
Y completando el reparto Naomie Harris, Damian Lewis, Mark Gatiss o Jeremy Northam ponen la guinda de un pastel tan efectivo como superfluo.

Valoración: Siete sobre diez.

1 comentario:

  1. En la simpleza del planteamiento esta su éxito. No hay cabriolas argumentales ni forzados giros de guión ni sorpresas de última hora.... eso sí, la película funciona por el enorme carisma de Dima. Sin Stellan Skargaard y su magnífica interpretación todo hubiese quedado demasiado impersonal.

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