lunes, 12 de marzo de 2018

MUTE (MUDO)


Reina indiscutible de la televisión por streaming, Netflix sigue apostando fuerte por su ficción. Aunque hasta ahora se la reconoce más por sus series que por sus largometrajes, poco a poco va abriéndose un hueco en la industria (las cuatro nominaciones al Oscar de Mudbound son un claro ejemplo) y pese al discutible éxito de Bright, no hay duda de que cada nuevo estreno es casi un acontecimiento.
Tal es el caso de Mute (Mudo), la que se supone es una especie de secuela espiritual (sea lo que sea lo que eso significa) de la extraordinaria Moon y que representa el intento de su director, Duncan Jones, de recuperar las buenas sensaciones que causó con su debut, después de la irregular Código fuente y del estrepitoso fracaso crítico y comercial (China aparte) de WarCraft.
Tal y como sucedió hace unas semanas con The Cloverfield Paradox, las expectativas estaban algo bajas debido a haber llegado precedida por unas críticas nefastas (justo lo contrario que el próximo gran estreno/evento, Anhiquilation), lo cual ha ayudado, posiblemente, a reducir el hype y permitir disfrutar mejor de la película.
Ciertamente, Mute no está ni de lejos a la altura de Moon, y se le pueden encontrar múltiples fallos, principalmente en un guion que no parece tener nunca muy claro hacia dónde va, demostrando la propia inseguridad de su autor con los numerosos flashbacks con los que nos recuerda escenas ya vistas. Sin embargo, esto no quita para que la narrativa sea suficientemente entretenida como para atrapar al espectador, con una trama criminal llena de violencia, en algunos momentos algo extrema, que disfraza en realidad una historia sobre el amor y la soledad.
Alexander Skarsgård, Paul Rudd y Seyneb Saleh componen tres personajes desgarrados por su pasado, cada uno por situaciones completamente diferentes, que tiñen de drama la película. Es el desarrollo de estos personajes y lo que sucede cuando interactúan entre ellos lo que más debía interesar a Jones del proyecto, pero fracasa a la hora de dar forma al laberinto en el que se internan todos ellos atrapados en una Berlín futurista y ultratecnológica.
Es el apartado fotográfico lo más llamativo del film, heredero directo del cyberpunk de Blade Runner, donde Duncan Jones juega con la luz y el color y logra grandes aciertos visuales, pero el derroche de imaginería es tal que en ocasiones amenaza con colapsar al espectador, enfrentándose directamente al barullo argumental y terminando por desdibujarlo todo.
No sería injusto calificar Mute (Mudo) como otro patinazo más en la carrera de Duncan Jones, con más intenciones que aciertos (¿hasta qué punto aporta algo a la trama el que el protagonista sea mudo, más allá de conferir una metáfora más sobre la incomunicación en una época extremadamente tecnológica -los orígenes amish del personaje son otro elemento diferenciador-?), pero tampoco veo la razón de cebarse sobre un film que arriesga en su planteamiento y compone un interesante retrato futurista visualmente impecable y que no aburre en ningún momento.
Se le debe exigir más a Duncan Jones (o quizá ya no, de cómo cierre su supuesta trilogía dependerá la cosa), pero Mute es un film aceptable más allá de las (buenas o malas) expectativas que se hayan puesto sobre él.

Valoración: Seis sobre diez.

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