Antes de entrar a valorar esta película vaya por delante que no soy para nada defensor de su predecesora. Pese a ser un gran admirador del trabajo de Guillermo del Toro, considero Pacific Rim una de sus peores películas, un simple capricho (millonario capricho) de un hombre que ha crecido entre monstruos y robots gigantescos y cuya base de partida de esa película era un sueño hecho realidad. Sin embargo, más allá del diseño, tampoco demasiado rompedores, de los kaijus en cuestión, poco se veía en la superproducción de Universal y Legendary que llevase la firma del director mexicano.

Así que puede ser por las bajas expectativas o es que realmente algo de nota han tomado de lo que falló en la película de Del Toro, pero al final esta Pacific Rim: Insurrección ha resultado ser una pequeña sorpresa, más divertida que la película original, con algo más de coherencia interna y, sobretodo, con unos combates que, si bien pueden resultar algo confusos en algunos momentos debido a su atropellado montaje, por lo menos se suceden a plena luz del día, no en noches de lluvia como en la propuesta de Del Toro.

Y al final, entre argucias argumentales absurdas y diálogos prefabricados, la cosa resulta ser un digno entretenimiento, una película palomitera que nunca pretendió aspirar a nada más, espectacular en su sencillez, que no abusa en los intentos de tocar la fibra para esquivar con fortuna el ridículo y totalmente carente de las fobias del mexicano que, en productos sofisticados como este resultan del todo inadecuados, como los personajes que interpretaran Santiago Segura y Ron Perlman.
Pacific Rim: Insurrección es una película que ofrece exactamente todo lo que podría prometer, sin trampa ni cartón, con las limitaciones propias de la falta de imaginación del cine actual y alguna otra marcianada (nunca mejor dicho) que otra que resulta absurdamente divertida. Dudo que nadie esterase de esto algo más.
Valoración: Siete sobre diez.
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