Actor de largo bagaje, John Krasinski es conocido, sobre todo, por su personaje en la versión americana de la serie The Office, y en breve será el rostro televisivo de Jack Ryan, aunque posiblemente hasta ahora seguía siendo más conocido por estar casado con Emily Blunt que por otra cosa. Hace dos años (dejando de lado algún que otro capítulo de dicha serie) decidió dar el salto a la dirección con Los Holland, aunque ha sido con su segunda película, Un lugar tranquilo, con la que ha conquistado a público y crítica de manera irrefutable.
Un lugar tranquilo es un impecable ejercicio de terror angustiante, de esos que se cocinan a fuego lento, creando una sensación de desasosiego y mal rollo en el espectador que, inevitablemente, termina llevándose a casa al salir de la sala de cine. No estamos ante la película de miedo al uso, de esas con impactos visuales a cámara y subidas repentinas de la música, sino de ese terror inteligente y atmosférico que no busca el simple salto en la butaca del espectador, sino atemorizarlo desde sus adentros, consiguiendo que se sumerja por completo en la desgracia de los protagonistas.
Narrada casi como si de un drama se tratase, esto hace que la película no sea de bocado fácil, y aun sin ser tan difícil de valorar como otros grandes títulos del género recientes como La bruja, sí se sumerge en esa corriente donde la historia y lo que la envuelve lo es todo. De hecho, me vino constantemente a la mente esa interesante película de Trey Edward Shults llamada Llega de noche, recogiendo además momentos el Shyamalan más inspirado (Señales, por ejemplo, aunque en una versión mucho más austera)
La historia es bien sencilla: una amenaza mortal a diezmado a la humanidad, y solo el descubrimiento de que el enemigo se guía únicamente por el sonido ha permitido subsistir a los pocos supervivientes que quedan. En esas están Lee Abbott y su familia, esposa embarazada incluida, que deberán superar la pesadilla de huir constantemente en un mundo de silencio.
Eliminando con inteligencia los flashbacks que habían en la novela en la que se basa, con lo que el desconcierto aumenta acertadamente, Un lugar tranquilo es casi una película sin diálogos, donde las miradas y los gestos lo son todo, y es por ello que el trabajo del propio Krasinski y de Emily Blunt (sin desmerecer para nada el trabajo de los pequeños) es una pieza fundamental para que todo funcione a la perfección, junto con un montaje perfecto y una banda sonora de Marco Beltrami que terminan de completar la ecuación.
Quizá no todo sea perfecto, y se puedan poner pegas a una película cuyo principal enemigo es el gran hype que está provocando a su alrededor, pero si se es consciente del tipo de cine que se va a ver, nada que ver con las producciones de Jason Blum o James Wan, la satisfacción (aterradora satisfacción) está asegurada.
Casi parece un chiste que Michael Bay, el maestro de las explosiones (y que dirigió a Krasinski en 13 horas: Los soldados secretos de Bengasi), esté como productor en una película donde el silencio lo es todo.
Valoración: Ocho sobre diez.
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