sábado, 9 de marzo de 2019

FEEDBACK

Dirigida por el debutante Pedro C. Alonso, con guion del propio Alonso y Alberto Merini y con Jaume Collet Serra como productor, Feedbackes una de esas curiosidades del cine español que parecen empeñarse en no parecerlo.
Filmada en inglés con actores anglosajones (Ivana Baquero queda como principal cara conocida patria) y ambientada en un Londres en pleno debate sobre el Brexit, la película es un relato de intriga psicológica con generosa violencia que juega con la claustrofobia y la limitación de espacios tal y como sucediera, por ejemplo, con títulos como Buried o Grand Piano.
Jarvis Dolan es un popular periodista radiofónico con un programa de gran éxito que acaba de sufrir un traumático episodio de secuestro a causa de su último reportaje, que culmina con la grabación de una conversación que amenaza con sacudir los cimientos gubernamentales y que esa misma noche pretende emitir en directo en su programa. Sin embargo, cuando unos enmascarados irrumpen en la emisora, la noche tomará un nuevo e incierto rumbo.
Con el interior de la emisora de radio como escenario básico y apenas un puñado de actores enfrentados en una carrera contrarreloj, la película sabe manejar muy bien los tiempos para transmitir al espectador la angustia y el desconcierto de los protagonistas, consiguiendo desconcertar con interesantes giros de guion y apostando por la ambigüedad moral a la hora de alcanzar su desenlace final. Con un gran Eddie Marsan, que se echa la película a sus espaldas, la película funciona con corrección, consiguiendo Alonso, además, unos apostes visuales muy interesantes, jugando con inteligencia con los colores y el sonido y consiguiendo hacer realidad ese viejo tópico de que la emisora es casi un personaje más.
Sin embargo, no todo es perfecto, y si bien el guion juega muy bien las cartas del misterio gracias a sus engaños y giros argumentales, parece como si las intenciones de Alonso y Merini estuviesen tan volcadas en ello que se hubiesen olvidado de redondear la historia con un menaje social que sí se apunta en los primeros compases del film. Cuando la situación social política del país desaparece para enfocar todo en una historia de venganza pura y dura la película pierde algunos enteros y se llega a lamentar que no se profundice más en el discurso inicial alrededor de la influencia (ya sea positiva como negativa) de los medios de comunicación en la sociedad actual y la conversión del periodista en una especie de señor situado (por sí mismo, en la mayoría de los casos, por encima del bien y del mal).
Con todo, la película elige libremente los derroteros por los que desea moverse y eso sí lo hace con eficacia, apostando por una dureza visual y una violencia necesaria para impactar lo suficiente, resultando un buen (y por momento incómodo) entretenimiento.


Valoración: siete sobre diez.

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