domingo, 3 de marzo de 2019

¿PODRÁS PERDONARME ALGÚN DÍA?

Hay actores que han centrado sus carreras tanto en un género concreto que cuesta valorarlos por sus méritos interpretativos, más si su terreno habitual es la comedia. Nombres como los de Eddie Murphy o Jim Carrey difícilmente se asocian a otro tipo de cine, por más que estos hayan intentado salirse del estigma, en ocasiones con buen tino (el caso de la magnífica El show de Truman, por ejemplo). Por otro lado, también es cierto que cualquier intento de hacer cine serio puede ser recompensado con una admiración desmesurada, haciendo que el trato sea tan injusto en un caso como en el otro. Como se dice en el argot futbolístico: “ni ahora somos tan buenos ni antes éramos tan malos”.
Algo así es lo que sucede con Melissa McCarthy, cuyo caso en los Razzie de este año (unos ¿galardones? por otro lado ridículos) es digno de estudio. Ha recibido un premio a la peor actriz por ¿Quién está matando a los moñecos? (película ciertamente horrible y que ya valoré como de lo peor del año) y otro en positivo por su redención con ¿Podrás perdonarme algún día?
Personalmente, más allá de la calidad de sus películas, siempre he considerado a McCarthy como una buena actriz, y su vis cómica está fuera de toda duda, logrando tener química con actores tan dispares como Jason Statham, Jason Baterman o Sandra Bullock y capaz de liderar repartos como el de Cazafantasmas. Por eso, aunque apruebe su nominación al Oscar por la película que nos ocupa, tampoco soy de los que se ha sorprendido de la interpretación de Lee Israel que hace aquí, pues se limita a hacer un trabajo a la altura de sus registros solo que con un papel más interesante con el que trabajar.
Con Marielle Heller como directora (aunque más conocida en su faceta de actriz), la película cuenta la historia real de una escritora en horas bajas que, acuciada por las deudas y el alcohol y en un momento de bloqueo creativo (su especialidad son las biografías de famosas) descubre la manera de conseguir dinero fácil falsificando cartas mecanografiadas de escritores famosos.
Más allá de la fidelidad que pueda tener la película (algo a lo que nos tenemos que acostumbrar en todo biopic que se precie), hay que reconocerle a Nicole Holofcener y Jeff Whitty, firmantes del guion, su buen trabajo en la composición de la historia, sabiendo aunar el humor sarcástico de la pícara estafadora con un relato amargo sobre la soledad, enfocada tanto en ella como en su compañero de correrías, un gay cocainómano al que da vida con gran eficacia Richard E. Grant. Entre ambos, pilares fundamentales de la película, se navega entre la alegría y la tristeza, entre el chiste sutil y la amargura, con una precisión de cirujano al que las gotas de intriga que proporciona el desconocimiento (al menos a nivel mayoritario) de la resolución de la historia real y que coronan a la película como una pieza de gran interés y agradable visionado.
Posiblemente, la principal clave del buen funcionamiento de ¿Podrás perdonarme algún día? es con seguir presentar a dos personajes que, mal conducidos, podrían resultar algo odiosos y conseguir que desprendan una ternura y una comprensión que permite identificarse con ellos y empatizar pese a su condición de “villanos”, para lo cual nunca se cae en el error de minimizar sus hechos ni convertirlos en simpáticos antihéroes al estilo de los “simpáticos pícaros” que, pese a ser delincuentes, cuentan con las simpatías del espectador. Aquí, los protagonistas quebrantan la ley y no se les justifica por ello, simplemente se da la oportunidad de comprenderlos y aceptarlos como son, sintiendo compasión no por el castigo que pudieran recibir sino por los tropiezos que los llevan a tal situación.  Y tiene mucho mérito conseguir hacer una película tan amarga como esta y que la mitad del metraje lo pasemos con una sonrisa en los labios.
En fin, que, aunque no sea necesario el film para descubrir ahora a la McCarthy, hay que rendirse ante su valentía de salir de su zona de confort y agradecer que su esforzado trabajo, junto a de Grant, nos brinde una muy recomendable película con más trasfondo que las simples aventurillas de una estafadora de tres al cuarto.


Valoración: Ocho sobre diez.

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