martes, 9 de septiembre de 2014

HÉRCULES (6d10)

Posiblemente, sería muy diferente la apreciación de esta película si hace apenas unos meses no hubiésemos sufrido esa aberración que era: Hércules, el origen de la leyenda
Y es que sin ser una gran película, el nuevo título de Brett Ratner sería casi una obra maestra al lado del bodrio que Renny Harlin. Y eso que ambos directores podrían ser comparados por sus filmografías, ambos artesanos del cine de acción y espectacular que, sin dotar a sus obras de una personalidad propia, sí conseguían transmitir al público el sentido del espectáculo y la diversión pretendidas. Harlin, del cual hablo en pasado porque ciertamente su carrera está en peligroso declive, ha pasado por la saga de Jungla de Cristal, cuya secuela (La jungla 2: Alerta Roja) era evidentemente inferior a su predecesora pero suficientemente digna, mientras que a Ratner nunca le perdonaran su paso por X men: la decisión final, cuyo delito no era ya el hacer una película mala (que no lo era) sino competir con un pasado cargado por dos títulos realmente brillantes.
Pues bien, tras el enfrentamiento hercúleo entre estos dos realizadores, está claro quién es el vencedor, lo mismo que podríamos asegurar que Kellan Lutz no le llega a la altura de los zapatos a Dwayne Johnson.
Hércules, además, no parte de la mitología griega en sí, como es habitual en este tipo de péplums, sino que bebe de las fuentes del comic de Steve Moore, y eso se nota durante todo el rodaje, no ya sólo en su argumento sino en su planificación artística. Así, esta desmitificación del héroe viene definida por la unión (profesional y emotiva) con sus compañeros de equipo, casi convertidos en unos Vengadores clásicos y cuyas influencias son evidentes en las escenas de lucha.
Hércules no es un semidiós. Todo es una argucia publicitaria para crear un mito a partir de un (con todo) impresionante mercenario (influencias también del Conan de Howard) que vendía sus servicios al mejor postor hasta que una traición (no la revelaré aquí, pero tienen relación con la aparición fugaz –y aun así excesiva por sus limitadísimas dotes interpretativas- de la exageradamente publicitada Irina Shayk, con lo que se pretende relatar una especie de caída a los infiernos y resurrección de Hércules en un camino sin retorno de redención y olvido.
Pero no nos dejemos engañar. Todo lo que pueda oler a seriedad y dramatismo termina aquí ya que en el fondo Hércules es casi una comedia de acción, con momentos francamente divertidos (generalmente relacionados con el gran Ian McShane) y donde lo que prima es la espectacularidad. Y ahí Retner se siente en sus anchas y hace suyo el carisma de  Johnson para conseguir un divertimento digno y refrescante, una apuesta palomitera plagada de diversión y buenos efectos especiales y con un aroma a serie B clásica (ahí están la Furia de Titanes original) que nada tiene que ver con los pseudopéplums modernetes que nos trataban de vender últimamente con tonterías como las de Percy Jackson o los titanes de Sam Worthington y compañía.
Johnson no vale (como se dice en un momento del film) su peso en oro, pero su carisma y simpatía lo convierten en un Hércules perfecto y eso, para una película que no aspira más que a ofrecernos un buen rato de entretenimiento, es más que suficiente.
Y como colofón, la música de Fernando Velázquez. Para qué pedir más…

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