jueves, 18 de septiembre de 2014

EL HOMBRE MÁS BUSCADO (7d10)

John Le Carré siempre ha sido un autor difícil de adaptar al cine. Mucho más que, por ejemplo Tom Clancy, por más que ambos traten tramas relativamente similares. Pero mientras el americano siempre se ha decantado por aventuras más adrenalíticas, sobre todo las centradas en las andanzas de Jack Ryan, el británico ha apostado más por tramas elaboradas centradas en el espionaje, de protagonistas de carácter duro y giros tan intrincados que en ocasiones resultan complicados de seguir.
La Casa Rusia, El Sastre de Panamá o El jardinero fiel son ejemplos de títulos interesantes pero que no llegaron a la redondez precisamente por esos motivos y El Topo, película sobre la que la crítica se deshizo en elogios, a mí me aburrió soberanamente.
El hombre más buscado cuenta, de entrada, con una ventaja sobre sus predecesoras, y es lo bien que se sigue el argumento. Quizá influenciada en exceso por producciones televisivas como Homeland, la trama es bastante lineal y el hecho de repartir el peso de la misma en diversos protagonistas, algunos de los cuales (como la abogada Annabel que interpreta Rachel McAdams –deliciosa y brillante, como siempre- o el banquero Tommy Brue al que da vida Willem Dafoe) no tienen nada que ver con el servicio de inteligencia, ayuda a hacer más comprensible la trama.
El hombre más buscado es una de esas historias post 11S que inciden en el miedo y el desconcierto que surgió tras descubrir los Estados Unidos que no eran tan invulnerables como se creían. Debido a que gran parte del atentado se gestó en Hamburgo, esa ciudad alemana sigue siendo foco de atención para los servicios de inteligencia de medio mundo, y allí se encuentra Günther Bachmann, controlando a cualquier sospechoso que se separe lo más mínimo del rebaño. Por eso, cuando aparece de la nada un chico de religión musulmana que resulta ser hijo de un déspota ruso, saltan todas las alarmas. Pero el joven asegura que está huyendo de las torturas que sufrió en su Rusia natal y, siendo heredero de una importante cantidad de dinero, lo único que desea es limpiar su nombre y contacta para ello con una abogada joven e idealista que se enfrentará a Bachmann hasta convertir el asunto en algo personal si es necesario.
Evidentemente, se trata de un film basado en el miedo y la desconfianza en el que nunca se sabe quien es el verdadero enemigo y que se apoya, sobre todo, en unas magníficas interpretaciones gracias a un espectacular reparto que completan Robin Wright, Daniel Brühl, Nina Hoss, Grigoriy Dobrygin como el torturado/presunto terrorista y Homayoun Ershadi como Abdullah, un respetado empresario que se considera sospechoso de subministrar dinero para armas a grupos terroristas y verdadero objeto de la investigación del equipo de Bachmann, que, por si fuera poco, deberá lidiar también contra el propio servicio de espionaje alemán y contra los americanos.
Eficientemente dirigida por Anton Corbijn, quien ya despuntará con El Americano, con George Clooney, el único punto débil de la película, a mi entender, es que todo sucede con relativa facilidad. Los inconvenientes que se encuentra por su camino Günther Bachmann son resueltos sin mayores problemas y echo en falta algún obstáculo o giro inesperado que me invite a pensar en la posibilidad de un fracaso de la operación. Es, sin embargo, una pega menor y bastante personal que no se debe tener en cuenta ante una película inteligente, entretenida y muy emocionante que, sin embargo, pasará a la historia del cine por un motivo muy diferente.
Y es que El hombre más buscado es el testamento cinematográfico de Philip Seymour Hoffman, verdadera alma del film, que compone aquí su último trabajo completo (nos queda por ver de él las dos partes de Los Juegos del Hambre: Sinsajo) con la composición de un antihéroe que bien podría representar su propio estado de ánimo (bebedor, fumador y derrotista) en una terrible premonición de su precipitado final.
Tristezas aparte, debemos quedarnos con la parte positiva, y es una interpretación grandiosa que debe recordarnos, hasta las últimas consecuencias, lo gran actor que era, quizá de los mejores de su generación.
La película está dedicada a él. No es para menos.

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