martes, 30 de septiembre de 2014

LA ENTREGA (5d10)

Si hace unos días recibíamos el testamento cinematográfico de Philip Seymour Hoffman, ahora es el turno de descubrir el film póstumo de James Gandorfini, una historia muy negra basada en un relato de Dennis Lehane, quien ya escribiera las bases para Adiós, pequeña, adiós, Shutter Island o Mystic River.
Aunque no soy muy dado a escuchar críticas de otros compañeros, no he podido evitar en esta sensación tener la percepción de que todo el mundo equipara esta película a una obra maestra, considerando que su estructura ralla la perfección y que los dos protagonistas (Tom Hardy y Noomi Rapace) están sensacionales.
Seguramente, se trate de una de esas películas en las que el espectador debe dejarse arrastrar por la trama, “entrar” en ella y convertirse en cómplice de sus protagonistas. Y digo eso porque yo, simplemente no entré.
No voy a definir La entrega como una película mala, no es para tanto, pero si la encontré de ritmo lento y aburrido, sin que su supuestamente impactante giro final me motivara para nada y considerando a sus actores apáticos y sin alma.
Tom Hardy (al que no puedo juzgar demasiado porque apenas lo recuerdo de Locke –donde actuaba solamente con el rostro- y El Caballero oscuro: la leyenda renace  -algún día os diré lo que pienso de esa absurdamente sobrevalorada peliculilla-) parece un lerdo toda la película, con un doblaje que, la verdad sea dicha, no es que le ayude demasiado. No aporta carisma alguno al personaje y no me permite, por tanto, simpatizar en ningún momento con él. Noomi Rapace, por su lado, compone a una figura frágil y melancólica, marcada por una cicatriz que le afea el cuello y que me invita a pensar que la muchacha empalmó este rodaje con el de La venganza del hombre muerto de manera que no llegó a librarse de su personaje anterior, prácticamente copiándolo aquí de nuevo.
La historia va de un bar regentado por Marv y Bob que es usado como intermediario de entrega de dinero de la mafia hasta que alguien decide atracarlo. Una historia que quizá funcione bien en el relato original pero a la que le falta sustancia para una película de casi dos horas, con lo que la pasmosidad y lentitud que recae en la melancolía de sus protagonistas me resulta contagiosa, haciendo de la película un producto anodino e interminable.
Poco hay en su argumento que me interese o sorprenda lo suficiente como para mantenerme en tensión durante la película, y el trabajo de Michaël R. Roskam tras las cámaras no aporta nada destacable.
En fin, que quizá es que yo no tuviese un buen día, pero ni me interesó el film ni el film se esforzó por interesarme. Una pena, pues Gandolfini está tan genial como siempre, pero eso no es suficiente como para justificar el visionado. Y Hardy, al que venden como nuevo chico de moda en Hollywood, le queda todavía mucho para poder ser encumbrado como estrella. Espero que en el nuevo Mad Max se luzca más. Si no, apañados vamos.

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