Todo lo bueno se tiene que terminar, y el Festival de Sitges no iba a ser
una excepción. Tras apoyar mis últimos minutos libres visitando por fin la
exposición sobre REC (mañana también
la tengo libre, pero en algún momento tendré que dormir, digo yo), me dirijo a
presenciar la ceremonia de clausura del Festival.
No voy a dar la lista completa de premiados porque la podéis encontrar
fácilmente en la misma web del Festival y porque son tantos premios que ni yo
mismo me aclaro. En resumen, que la que más ha gustado ha sido I, origins, que la de The Babadook también ha convencido y que
el premio del público ha sido para mí candidata neozelandesa (al menos he
acertado una).
La ceremonia, por más que han tratado de introducir algún gag, ha sido
larga y aburrida, con Ángel Salas reciclando el discurso de la Inaugural y con
mucho enchufado agradeciendo premios que ni eran para ellos. No podía faltar el
toque catalanista reivindicativo.
Pero el momento cumbre de verdad ha sido con la subida al escenario del
gran Joe Dante y el veterano Dick Miller, que horas antes habían sido
homenajeados por toda su trayectoria celebrando la ocasión con la protección de
la que son duda fue las obras cumbre de ambos, Gremlins. De nuevo sobre el escenario, Dante se mostró cercano y buen
conocedor de la dicotomía del Festival en la presentación de su nueva película.
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