miércoles, 27 de julio de 2016

AHORA ME VES 2: Película de magos carente de magia.

Ahora me ves fue uno de esos éxitos que nadie se esperaba, recaudando más de trescientos cincuenta millones sobre un presupuesto de setenta y cinco y convirtiéndose en una de las sorpresas de 2013.
Amén de un reparto bastante lujoso y de un director muy competente, el film parecía rescatar de forma tardía la moda por el cine relacionado con la magia que arrasó en el 2006 con títulos como El truco final, El ilusionista, Scoop o El último gran mago (esta última ya del 2007), pero mezclándolo con un estilo dinámico que recordaba también a títulos corales como Ocean’s Eleven y sus secuelas.
Parecía lógico (incluso de alguna manera anunciado al final de la propia película) que tarde o temprano llegase a las carteleras una segunda entrega (ya está anunciada la tercera), donde se prometía más de lo mismo pero mejor y más grande. Con un cambio de cromos en la silla del director y en el protagonismo femenino, la película aspiraba a superar el listón de su precedente ampliando más aún el reparto e incorporando, quizá a modo de moda privada, al intérprete del mago más importante del cine: Harry Potter.
Así pues, con Daniel Radcliffe en el equipo, la película busca esa grandeza que se exige a toda secuela apostando también por un toque más humorístico. Para ello se centra en dos personajes nuevos, un acierto y un error tremendo. Mientras la sustitución de Isla Fisher en manos de Lizzy Caplan aporta un toque de frescura y socarronería, la interpretación doble de Woody Harrelson como hermano gemelo bufonesco del personaje de Merrit no funciona para nada, convirtiendo el elemento cómico en una broma grotesca que lastra el ritmo narrativo.
Tampoco la sustitución del espectacular Louis Letterrier por Jon M. Chu es beneficiosa, haciendo que se eche de menos el dinamismo y las acrobacias de cámara del film de 2006.
Pero el gran vacío de Ahora me ves 2 hay que buscarlo en su historia, una historia tramposa y artificial que buscando más acción y diversidad se aleja de los casinos y los espectáculos cerrados para aspirar a mucho más de lo puede abarcar y saturando al espectador con mucho ruido sin sentido.
Cabe recordar que una de las cosas que más pueden atraer de un espectáculo de magia es el no descubrir el truco que oculta, pero no estamos ahora, recordemos, ante un espectáculo de magia, sino ante uno de cine. Una cosa es ver desaparecer a David Copperfield (co-productor de la película, por cierto) en vivo y en directo y otra muy diferente que lo haga alguien en pantalla y no expliquen en ningún momento como lo ha hecho. No vale con decir que son luces estroboscópicas y ya está.
Todo el casting original ha crecido en caché con respecto a 2013, lo cual se agradece pues son las interpretaciones y la aparición de tanto rostro conocido lo que más disfrutable hace la película, pero eso no parece suficiente para tomar en serio un film que sigue siendo distraído y que funciona en momentos puntuales pero que contiene una historia demasiado deshilachada y una puesta en escena torpe y algo repetitiva que hace que, como sucedía con La leyenda de Tarzán, resulte decepcionante. Ahora me ves prometía ser una saga potente y sus personajes podían dar mucho juego. De momento, no lo están dando. Ya veremos qué pasa (si se confirma finalmente, la taquilla no está siendo muy halagüeña)  en esa tercera parte de los magos de El Ojo.

Valoración: Cinco sobre diez.

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