domingo, 8 de julio de 2018

ANT-MAN Y LA AVISPA

Resultaba difícil regresar al universo Cinematográfico Marvel después de los duros hechos narrados en Vengadores: Infinity War, por eso ya comenté en su momento que me parecía muy inteligente la propuesta de Marvel de rebajar expectativas y tensiones haciendo que el siguiente capítulo de la saga fuese protagonizado por Ant-Man, uno de los héroes más irrelevantes de la franquicia y donde el humor prima siempre por encima de la épica.
Con Ant-Man y la Avispa no hay lugar para la sorpresa. Esto es puro entretenimiento y nada más, y así lo ha entendido el director Peyton Reed, que mejora la puesta en escena de su anterior película pero en función de una historia bastante irrelevante y sin un villano de altura.
Además, Ant-Man y la Avispa arrastra un problema muy común en las series de comics y que los lectores más habituales reconocerán enseguida. Me refiero a cuando hay un gran evento que aúna a varios personajes, lastrando la colección individual de uno en concreto. Traducido al cine, esta secuela de Ant-Man está demasiado maniatada por los acontecimientos de Capitán América: Civil War y Vengadores: Infinity War, lo que le impide tener una trama propia completamente independiente, si es que lo pretendiese.
Así pues, no esperéis aquí en siguiente eslabón de una trama compleja con el destino de la humanidad en juego. Esto es un carrusel de chistes y diálogos ingeniosos y como tal debe considerarse. De esa manera, Ant-Man y la Avispa es un buen entretenimiento, un espectáculo veraniego ligero que sabe aprovechar la química entre sus protagonistas y donde Paul Rudd brilla especialmente, aunque en algunos momentos pueda parecer un remiendo del espíritu socarrón de Deadpool.
Por ello, Ant-Man y la Avispa, desde un punto de vista estrictamente cinematográfico, estaría entre lo más flojo de Marvel, sin que ello sea especialmente malo, pero eso no indica para nada que sea decepcionante o fallida, como podría ser para muchos Thor: el Mundo Oscuro. Insisto, simplemente ni apunta más alto por decisión propia.
Así que estamos ante una aventurilla de rescates cuánticos, divertidos juegos relativos al tamaño, chascarrillos y simplezas que, sin embargo, consigue golpear de nuevo a los espectadores merced a sus escenas postcréditos, la primera mucho más trascendente que la segunda, a todas luces imprescindibles y que dan el punto de originalidad de conferir a Ant-Man y la Avispa el honor de ser la primera película Marvel de final totalmente abierto e inconcluso (teniendo en cuenta que desde mi punto de vista Infinity War no tiene un final abierto, simplemente termina con el malo ganando a los buenos: que luego vaya a haber continuación es otra cosa).
Risas, evasión y la siempre agradable presencia de Evangeline Lilly. Esto es lo que hay. ¿Para qué más?

Valoración: Seis sobre diez.

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