Sucede con esta película algo
parecido a lo que comentaba sobre el hype sobre Looper, que en ocasiones unas expectativas demasiado altas estropean
la película. Me ocurrió a mí con aquella y parece haberle sucedido a la mayoría
de la crítica internacional con esta. Y es que a priori Gangster Squad lo tenía todo para ser un producto sumamente
apetecible: su director, Ruben Fleischer, ya había demostrado que sabía
manejarse bien en la estupenda Bienvenidos
a Zombieland (aunque flojeó un poco en 30
minutos o menos, su segunda colaboración con Eisenberg), mientras que el
reparto no podía calificarse de otra manera que alucinante. Si a esto le
añadimos el tiempo que hace que no tenemos una buena peli de gangsters clásica
(sí, hace algunos veranos tuvimos Enemigos Públicos, pero a mí me aburrió
soberanamente) y el argumento de esta, inspirada en hechos y personajes reales,
recordaba a la brillante Los intocables
de Eliot Ness, con Bryan de Palma posiblemente en su mejor momento.
Pero claro, antes de entrar en
la sala de cine la película ya tenía su primera batalla perdida, ya que si
había que compararla con esa obra maestra de 1987 era evidente que poco tenía
que hacer, aunque el propio Fleischer parece consciente de eso mismo,
incluyendo así algún pequeño homenaje en su película como el tiroteo final
frente a unas enormes escaleras (aquí no hay ningún coche de bebé bajando a
cámara lenta, no ha llegado a tanto). Además, el film contóa con otro problema
debido a las dificultades durante el rodaje y a la necesidad de rodar algunas
escenas adicionales y eliminar metraje ya filmado (por lo visto había un
tiroteo en un cine bastante crucial para el desarrollo del film que se suprimió
por su semejanza a la masacre que se produjo por esas fechas en el estreno de The Dark Knight Rises).
Pero… ¿y si contemplamos la
película como si no conociéramos la existencia de la obra de De Palma u otras
similares y nos limitáramos a disfrutarla como lo que es, una obra
independiente que narra unos sucesos acontecidos durante la época post II
Guerra Mundial en Los Ángeles, una ciudad suficientemente alejada de Chicago
como para poder albergar sus propias bandas mafiosas. Y en esas está Mickey Cohen (Sean Penn, dando rienda suelta
a todo su histrionismo), que quiere hacerse con el poder de la ciudad y que
para ello le bastará (o eso cree) con tener las simpatías de jueces, policías y
demás obstáculos). Pero John O’Mara (Josh Brolin) es un sargento de policía honrado
y decente que no ha encontrado aún su lugar en el mundo desde que regresó de la
guerra y al que la oportunidad que le brinda el capitán Parker (Nick Nolte) de
crear una brigada al margen del departamento dedicado en exclusiva a destruir
el imperio de Cohen le permitirá retomar su camino y encontrarse a sí mismo.
Junto a él tendrá a Jerry Wooters (Ryan Gosling, uno de los actores del
momento), Max Kennard (Robert Patrick, inolvidable T-1000 de Terminator 2), Navidad Ramírez (Michael
Peña), Coleman Harris (Anthony Mackie) y Conwell Keeler (Giovanni Ribisi). Y,
por supuesto, en una película así no podía faltar la femme fatale, una
sorprendente Emma Stone que consigue dar el pego y trasladarnos a los
turbulentos años cincuenta con mucha más convicción que cuando la vimos hace
escasos meses como la compañera de Spiderman.
Salvo alguna escena concreta
donde las calles se me antojan un poco de cartón piedra, el resultado me parece
espectacular, con una buena ambientación de la época, tiroteos por doquier y
una magnífica persecución en coche donde Fleischer demuestra que sabe lo que se
hace. Quizá la historia sea un poco plana, con buenos muy buenos y malos muy
malos, y se eche en falta una ligera escala de grises (siempre se está
esperando que alguien traicione a los suyos), pero para saber si esto es un error
de guion o no debería tener unos conocimientos
de los sucesos reales de los que carezco. Y es que siempre puede suponer un hándicap
tratar una historia auténtica, pues la vida real no siempre es tan
cinematográfica como nos gustaría.
Con todo, la película me ha
entusiasmado, dejándome embrujar por esa colorida ciudad de salas de baile y
apuestas ilegales, sombreros de ala ancha y cigarrillos en la cama, donde la
corrupción campa a sus anchas y solo un puñado de héroes se atreverá a hacer lo
correcto. Aunque pueda poner en juego sus vidas y la de sus familias.
Y a quien no le haya gustado
la película que venga y me lo diga en persona. Quizá esta noche duerma en el
río, con unos zapatos de cemento…
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