martes, 26 de febrero de 2013

EL ATLAS DE LAS NUBES (8d10)

¡Buff! Qué increíblemente difícil es comentar esta película. Tanto es así que lo único que se me ocurre es deciros que si no la habéis visto dejéis de perder el tiempo leyendo esto y vayáis a verla. Porque esta es una de esas obras que, en lugar de aconsejarlas o no, hay que debatirla. Así que, hacedme caso, vedla y luego hablamos.
¿Ya habéis vuelto? Bien, espero que os haya gustado. Si no os ha entusiasmado, no os preocupéis. Leeros esto, esperad a que pasen unos días y volvedla a ver. Y si entonces aún no estáis embriagados con la película… pues lo siento, eso significa que no tenéis ni idea de cine.
¿Qué significa esto? ¿Estamos ante la mejor película del año? No, ni mucho menos. ¿Es, al menos, una obra majestuosa y brillante, de diálogos perfectos e interpretaciones inolvidables? Pues tampoco, mire usted. ¿Entonces?
Entonces, El Atlas de las Nubes es emoción, poesía, amor por el cine y pasión por la imagen. Y por encima de todo, un prodigio del montaje que no me cabe en la cabeza que no se llevara el Oscar directamente, sin perder el tiempo con más nominados. Pero ya sabéis, en la Academia hay de todo menos coherencia.
Explicar el Atlas de las Nubes es tan difícil como explicar lo que provoca. Se trata de seis historias (siete si contamos el prólogo y el epílogo) que ocurren en diversos lugares y épocas que se conectan entre sí por pequeños detalles, un momento, un sentimiento, una música… A diferencia de la novela en la que se basa, estas historias no se nos presentan de manera ordenada, ni siquiera se entremezclan con cierto orden al estilo de Pulp fiction o Vidas Cruzadas. Lo que nos vamos a encontrar es un collage endiablado conde apenas dos segundos de una historia dará pie a dos segundos de la siguiente, mezclándolas con enloquecedor frenesí sin tiempo para que un diálogo o una voz en off que pertenece a un segmento finalice antes de diluirse en el otro. Y esto está realizado con una maestría que no creía posible en los hermanos Wachowski (que desde la hipnótica Matrix no habían hecho nada que llamase mi atención como directores) que en este caso se apoyan en la labor de Tom Tykwer (realizador de Corre, Lola, corre y El Perfume) en un insólito caso de película rodada a seis manos, aunque viendo las diferentes secuencias se puede intuir en que relatos ha tenido más peso unos u otro.
No contentos con semejante desafío, los Wachowski proponen un juego del Más difícil todavía invitando a su fiesta a un puñado de actores a los que repartirán a lo largo de diferentes épocas y lugares para que, con ayuda de un (generalmente) soberbio maquillaje encarnen a diferentes personajes. Así Tom Hanks, Halle Berry, Jim Broadbent, Hugo Weaving, Jim Sturgess, James D’Arcy, Doona Bae, Susan Sarandon y Hugh Grant se reparten decenas de personajes algunos de ellos tan difíciles de reconocer que nos quedaremos enganchados a los títulos de créditos en los que se nos revela la identidad de cada uno, como la solución al final de un libro de pasatiempos.
Las historias narradas van desde el Sur del Océano Pacífico en 1849 hasta unas islas Hawaianas postapocalípticas en el año 2321, pasando por Cambridge y Edimburgo en 1936, San Francisco en el 73, Reino Unido en el presente y Neo Seúl en el 2144 (el apocalipsis, aquí llamado “La Caída” será en el 2215). En estas épocas viviremos historias de amor y superación en tramas tan dispares como la de un médico que trata de envenenar a su paciente para robarle sus pertenencias, un aspirante a compositor musical, una periodista que investiga el peligro nuclear, un veterano editor encerrado en un asilo contra su voluntad, una clon que trabaja en un restaurante de comida rápida y termina encabezando una revolución por la libertad y un cobarde miembro de una tribu masacrada por sus enemigos. Situaciones aparentemente sin relación (ni coherencia) entre ellas pero que terminan encajando como piezas de engranaje de un reloj suizo para conformar, al final, en una historia épica, hermosa e hipnótica.
Regreso al inicio de mi comentario: Vedla. Dejaos arrastrar por ella, permitid que os atrape durante sus casi tres horas de metraje y, simplemente, disfrutadla.

Y si no lo conseguís, ya sabéis… Un poco más abajo tenéis espacio para dejar vuestros comentarios. Hacedlo si os atrevéis.

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