miércoles, 28 de mayo de 2014

ANÁLISIS DE THE AMAZING SPIDER-MAN 2: EL PODER DE ELECTRO, UNA ESPANTOSA GRAN PELÍCULA.

Tras haber esperado el suficiente tiempo para que todo aquel interesado en ver The Amazing Spider-man 2: el poder de Electro en cines haya tenido tiempo suficiente, y teniendo en cuenta que soy un enorme aficionado a los comics del arácnido, me veía en la obligación de volver a hablar de nuevo sobre su primera película estrenada desde el nacimiento de este humilde blog.
No es costumbre habitual por aquí salirse de las normas marcadas conforme solo se ofrecen reseñas de estrenos actuales (o al menos recientes) de cine, pero alguna excepción ha habido, como los resúmenes del año o la entrega de los Oscars de Hollywood, así que voy a saltarme otra regla no escrita y hablar por segunda vez de una misma película, ya que es algo que muchos, a nivel particular, me han demandado.
A diferencia de otros post en los que pretendo dirigirme especialmente a aquellos que no hayan disfrutado aún de una película para orientarles sobre si ir o no a verla desde mi muy particular punto de vista, invitándoos a todos a que, tras su visionado, compartáis conmigo en los comentarios vuestras coincidencias o desacuerdos con mi crítica, en esta ocasión quiero invitar más bien al debate entre aquellos que ya la hayáis disfrutado (es un decir), por lo que os aviso que no pienso cortarme ni un pelo a la hora de soltar spoilers. Quien aún no haya ido al cine pero pretenda verla, queda avisado.
Lo que más me llama la atención de este segundo capítulo del reboot de Spider-man por parte de Sony es que su calidad puede variar enormemente no ya en función de la película sino dependiendo del espectador. ¿Es eso posible?, os preguntaréis. ¿Una película puede ser buena o mala en función de quien la mire y no de quien la haga? Pues sí. Y me explicaré.
Resumiendo mucho, se podría decir que The amazing Spider-man: el poder de Electro es una mediocre (casi diría que hasta mala) película para el espectador general ero una maravilla para el aficionado Marvel. Y sobre esta dualidad voy a versar este artículo.
Una mala película llamada The amazing Spider-man: el poder de Electro. Limitándonos a un análisis cinematográfico, The amazing Spider-man: el poder de Electro podría haber sido interesante si hubiese potenciado más, como ya hiciera El Capitán América: El Soldado de Invierno, su vertiente más de intriga, con esa trama de los padres de Peter que parecía de relleno en la primera película pero que en esta secuela se lleva casi todo el interés, con ese prólogo tan absurdo como emotivo. Incluso su vertiente romántica, sin ser para tirar cohetes, podría haber funcionado (por algo es que como director eligieron a un tipo cuyo currículo se limitaba a una aplaudida comedia romántica). Lo que no cuadra es en el momento de fusionar ambas cosas y, como es obligatorio en una película de superhéroes, ponerlo como complemento a unos villanos bochornosos y de medio pelo.
Vayamos por partes: He llamado absurda a la escena del avión con los padres. Y es que por muy bien filmada que esté, no me puedo creer que dos tipos súper inteligentes cuya vida corre peligro  perseguidos por sus propios jefes decidan huir… ¡en un avión privado! Nada de camuflarse entre la multitud, convertirse en turistas normales, ¡qué va! Por todo lo grande. Como para no llamar la atención. Y por cierto, ¿eso quién lo paga?
De acuerdo, soy demasiado puntilloso, vale. Sigamos un poco más.
Rápidamente vemos a Spidey en acción. Ha pasado un tiempo desde el final del primer Amazing y eso se nota en su destreza, en lo bien que se mueve y la confianza y agilidad luchando. Pero le atormentan fantasmas del pasado que ya había decidido olvidar al concluir el primer film. Además, Peter demuestra toda su pasión y amor por Gwen con un impresionante beso la primera vez que se cruzan en el film para, en la escena siguiente, dudar y terminar rompiendo. Aunque se entiendan los motivos de la renuncia al amor en forma de fantasma del capitán Stacy (cuyo interprete, por cierto, pone exactamente el mismo careto y postura todas las veces que aparece, y no son pocas), la bipolaridad de los sentimientos es demasiado extrema, demasiado brusca para que podamos simpatizar con el héroe en lugar de tener ganas de saltar sobre la pantalla para gritarle lo imbécil que es por romper con Emma Stone.
Por cierto, que por el camino se nos ha presentado ya al gran villano, uno de los tipos más ridículos, patéticos y hostiables que se pueda encontrar en una película (y cuidado, que yo también he visto los Batman de Schumacher). Si ese supuesto genio disfrazado de Steve Urkel alopécico pretende dar pena no lo logra en absoluto y si con la escena en su apartamento venerando decenas de fotos de un Spider-man con el que fantasea como si fuese su amigo imaginario debemos entender su debilidad mental, pues vale, lo compro. Pero no compro que luego ese lunático a que están constantemente pisoteando (merecidamente, me atrevería a decir) sea capaz de convertirse en el ser vengativo y poderoso que llegará a ser. No sé si es la simple concepción del personaje o lo poco inspirado que está su intérprete, Jamie Foxx, pero no cuela ni haciendo un enorme salto de fe que se presupone en una película fantástica como esta.
Y luego está la transformación. En un mundo donde todo es tecnología (aquí no hay magia, ni mutantes naturales, ni nada completamente fantástico) que gira alrededor de una única marca: Oscorp (¿a qué se dedica Spider-man cuando los de Oscorp duermen?) que a un tipo le dé una descarga eléctrica y caiga en un tanque de agua lleno de anguilas y se transforme en un súper ser azul (¿azul?) capaz no sólo de lanzar rayos eléctricos sino de auto desintegrarse y regenerarse a voluntad no se lo creen ni en la producción más cutre de Roger Corman. Cine B de gran presupuesto, oiga, para una imitación mala (¿de dónde aparecen los calzones primero y el traje entero después?) del Dr. Manhattan de Watchmen. Y aparte de estar como un cencerro y pasar del amor al odio hacia Spidey en un segundo, ¿qué es lo que quiere? ¿Por qué lucha? ¿De quién quiere vengarse? Que tenga mucho rencor guardado lo entiendo, pero que no sean capaces de crear ninguna motivación real, ningún móvil en el razonamiento del villano principal de la película no es de recibo, señores.
Pero aquí no termina todo. Si el gran problema del Spider-man 3 de la anterior serie cinematográfica fue el abuso de villanos aquí Sony demuestra no haber aprendido la lección y, después de eliminar de un plumazo a Norman Osborn se saca de la manga un duende Verde que si bien no es tan artificial como el de Raimi sigue sin ser para nada reconocible en él un mínimo atisbo e lo visto en el comic (por cierto, un inciso: ¿a quién se le ha ocurrido contratar a un actor oscarizado para interpretar a Norman Osborn, disfrazarlo entre sombras con uñas de plástico y pelos de loca, y matarlo tras una sola escena? Sí, ya sé que no se ve cadáver y posiblemente siga vivo, que para eso han usado el mismo truco de recoger su habitación que ya utilizaron hace un añito en Lobezno Inmortal, pero aun así y todo…). Ahora el duende es el vástago, un Harry Osborn que en el pasado fue el mejor amigo de Peter aunque aparece de la nada sin que se le mencionara en ningún momento anterior ni en este ni en el otro film y debemos creérnoslo así sin más. Los mejores amigos del mundo. Aunque según se deduce de sus propias palabras la diferencia de edad es considerable.  Al tema: el caso es que el heredero Osborn se está muriendo de lo mismo que su padre y se le mete en la cabeza que la sangre de Spiderman le puede curar. Spiderman le dice que no, que lo va a convertir en un monstruo y el niño rico no le hace caso (se está muriendo, yo tampoco le haría) y decide experimentar con su propio cuerpo. Parece que sí, que ya no se va a morir (aunque los dolores iniciales son tan fuertes que lo único que lo calma es arrastrarse hacia una armadura militar con un patinete volador y ponérsela, sí, esto es en serio) pero se transforma en una cosa rara (una suerte de Jocker mal peinado). Y decide que en vez de celebrar que está vivo debe cargarse a todo el mundo, con lo que se hace amiguito de Electro y se empeña en matar a Spidey. Y de nuevo me pregunto: ¿por qué? ¿No ha conseguido lo que quería? ¿No le ha pasado además lo que Spiderman le dijo que le pasaría? Pues, ¿de qué quiere vengarse? Mi sobrino, que vino conmigo la primera vez que fui a ver la película, me dijo: eso es la transformación y el poder, que lo ha vuelto loco. Sí, claro, pensé. Es lógico. Más o menos como le ocurre a Max Dillom / Electro. O como al Lagarto de la primera película. O al Norman Osborn, Harry, Octopus, Eddie Block y Hombre de Arena de la trilogía de Raimi. ¿De verdad que después de 50 años de existencia del personaje y de unas doce horas de películas la única posibilidad de ver un malo de verdad luchando con Spider-man va a ser ese brevísimo enfrentamiento que tiene con el Rino?
Argumentalmente, la película va dando tumbos sin saber bien qué rumbo seguir y con saltos elípticos incomprensibles como la relación “fantasma” entre Peter y Jameson, el dueño del Daily Bugle o la presipitada toma de poder de Harry en Oscorn. Demasiadas tramas que se entrecruzan pero sin apenas influir unas en otras hasta el gran final. Y el espectador no sabe con cual quedarse. ¿El amorío entre Peter y Gwen, que se puede frustrar definitivamente porque ella se va a ir a Londres? (la solución: me voy contigo. ¡Toma ya! Sin estudios, sin dinero y sin trabajo. Tú sí que sabes cómo cuidar de una dama, Peter. Y ya de paso, a tu tía, que la zurzan). ¿La carrera criminal de Electro al que derrota sin mucho esfuerzo, regresa aún más poderoso y vuelve a derrotar casi sin despeinarse demasiado? ¿La trama de los padres que al final sólo sirve para descubrir que Peter es Spider-man y no un monstruo porque para la fórmula original se utilizó sangre de su propio padre, es decir, con su mismo ADN? (¿o sea, que si en lugar de querer seguir la investigación con las muestras existentes como hacen el Lagarto y el Duende comenzaran de nuevo mezclando el ADN de las arañas con la sangre de cada uno, todo quisque podrá ser Spiderman?) ¿O la del duendecillo, un personaje que aparece con la película ya en marcha y que no se convierte en villano hasta llegado casi al tercer acto? Pues sí, esta esl a trama importante, mientras que todo lo que no tiene que ver con Harry (o, de rebote, con Gwen) no es más que paja para llegar al gran final, un final que ninguna película de fantasía se puede permitir, en el que el héroe no logra salvar a la chica  y el público (que al final es básicamente infantil y juvenil) se queda desencajado y con la sensación de que Spiderman acaba perdiendo, por más que capture a los malos y la gente lo aplauda (otra cosa aborrecible de la película, esos vítores públicos y esa fama de la que nunca o casi nunca gozó en el comic). Una película no puede terminar así. No, al menos, una película colorista y medio cómica de superhéroes. Cualquier manual de guion te lo demostrará.
Y así se llega a ese final en el que, para colmo, se renuncia a uno de los elementos más conseguidos del film: Nueva York como protagonista de excepción. En una central eléctrica que da paso a un enorme torreón con un reloj en lo alto y que recuerda más a las diversas pantallas de un videojuego que a un escenario real, Electro es desintegrado, Gwen muere y Spider-man vence al duende. Fin. ¿o no?
Pues tampoco. Como en un mal capítulo de Smallville, Marc Webb no tiene ni idea de cómo acabar el film y pude calcular hasta doce minutos de metraje hasta que aparecen los títulos de crédito, con hasta tres epílogos interminables que hacen que el clímax quede ya en el olvido.
Y el cambio final, lo que motiva a Peter a salir adelante, una grabación de Gwen que parece guiarle. Exactamente lo mismo que sucedía al final de Amazing con un mensaje de voz del tío Ben. Y es que Webb se copia incluso a sí mismo.
Y de la tomadura de pelo en forma de escena postcréditos ya ni hablo.
Así que, desde un punto de vista cinematográfico, el resultado es desolador, con Webb empeñado en hacer planos subjetivos horribles para que no se note como copia a Raimi a la hora de filmar, villanos que son de chiste y un ritmo narrativo irregular y mal acabado.
Una maravilla llamada The amazing Spider-man: el poder de Electro. Desde que Spider-man se publicó por primera vez en Amazing Fantasy 15 el tímido y apocado Peter Parker se convirtió en uno de los héroes favoritos del mundo, y todos se identificaban con él mientras admiraban a su alter ego enmascarado. Varias generaciones fantasearon con ver una película decente del trepamuros (teniéndose con conformar con los tres telefilms que eran en realidad remontajes de una serie televisiva) y ya se habías perdido las esperanzas cuando Sam Raimi los maravilló con Spider-man y se superó en Spider-man 2. Dos grandes películas que captaban la escencia del personaje, pero  a las que les faltaba algo para terminar de convencer del todo. Quizá era ese traje tan plástico, esa MJ tan pusilánime  o esa falta de humor chispeante mientras batallaba con los malos. Y el cambio de nombre en la silla de director no pareció mejorar mucho el tema.
Y en esas que ahora llega The amazing Spider-man: el poder de Electro y la flipada es total. Por fin el uniforme es fiel al comic, con una textura realista y unos ojos que por fin molan. Y la forma de moverse… ¡Dios, qué forma de moverse! Incluso recurre a su adherencia con los pies para coger cosas. La escena de los isótopos radioactivos es una concentración de todo lo bueno que tiene Spider-man magistralmente recapitulado. Por fin tiene ese humor absurdo pero chispeante que demuestran la transformación de Peter al ponerse la máscara. Y el sentido arácnido, sin necesidad a recurrir a estratagemas fílmicas como Raimi, está perfectamente presente en su manera de esquivar balas y sortear coches. Y cómo prioriza siempre la seguridad de los demás que la suya propia.
Y luego tenemos a Gwen. Deliciosa, encantadora. Esa acompañante del héroe perfecta. Frágil y delicada pero con carácter. No es una simple flor decorativa. Es la vecina que todos querríamos tener, la compañera de clase con la que no nos atrevemos a hablar. Y Emma Stone reúne todas esas cualidades en la mejor interpretación de la película. Seduce, enamora, hacer reír, emociona y nos parte el corazón cuando dice que se va a Inglaterra. Y él se iría con ella. O la esperaría. Pero sabemos que no a ser así. Lo sabemos desde que en la primera película Peter le confiesa que es Spiderman y ella susurra: “pobre de mí”. Porque Gwen va a morir. Debe morir. Y cuando lo hace nos sentimos dolidos, consternados, enfadados. Pero también emocionados. Y nos dan ganas de ponernos en pie y aplaudir, con esa maravilla que es la red tratando de alcanzarla, semejando una mano. Y no falta ni un detalle, ni el puente (no cae de él, pero ahí está), ni el abrigo verde ni el “snap” que os hiela la sangre y nos plantea una pregunta sobre la verdadera causa de su muerte.
Y el causante es el Duende Verde, por supuesto. No es el padre, es el hijo, pero eso poco importa. Los Osborn siempre están ahí para hundirnos la vida. Y la de Peter.
Y luego está Nueva York. Esa Nueva York que no podría existir sin Spider-man igual que Spider-man no podría existir sin Nueva York. Maravillosa, luminosa y reconocible.
Webb y los guionistas han sabido conjugar lo mejor del Spiderman tradicional con el de su versión Ultimate, y ahí está ese Rino mecánico, imponente, cuya batalla nos quedamos sin ver pero que seguro que volverá en un futuro. Junto a los prodigios que penas nos dejan entrever como esas alas de buitre o esos brazos de Octopus que Oscorp guarda en sus almacenes. Y tenemos también a Electro. Poderoso y amenazador. Poco importa su origen. Poco vamos a renegar de  sus motivaciones. Esto es un comic. Y un malo así, mola. Y la escena de Spidey con la manguera (como tantas veces lo derrotó en el comic) es impagable.
Además, está repleta de guiños al lector de toda la vida. Algunos evidentes, como la presencia de una chica llamada Felicia (¿será la Gata Negra? Mmmmm… Veremos…), otros más rebuscados, como los descubiertos por el compañero JM Del Salto Miró referente a los relojes: el reloj de Richard Parker con que se inicia la película  marca las 6:42.,  precisamente el amazing Spiderman 642 marca el principio de una saga llamada “El origen de las especies”; tras la muerte de Gwen el reloj de la torre marca la 1:21 y en amazing 121 se produce el fatídico desenlace.
Pero eso no es todo, porque aunque no aparezca en pantalla sabemos gracias a un mail que el gran J.J.Jameson pulula por ahí. Y el jefe de Dillon es un tal Alistair Smythe, que no es otro que el hijo del creador de los mataarañas. Y hasta tenemos a la doctora (perdón, doctor)  Ashley Kafka, que pese al cambio de sexo fílmico sigue siendo el alma de Ravercroft (sí, esto también sale), una institución mental en la que se puede ver una placa en honor a Thomas Warren (¿quizá pariente de Miles Warren, el Chacal?). Más cosas: en uno de los listados de Oscorp aparece algo con el nombre de Venom (Veneno). ¿Os suena? Y como colofón tenemos ya algunos datos sobre el hombre misterioso que aparece en los dos epílogos de las dos pelis: Gustav Fiers. Hay por ahí quien ya se atreve a asegurar que es una encarnación de Mr. Miedo.
Tela, telita, tela…
The amazing Spider-man: el poder de Electro es, en fin, una gozada para el lector veterano de comics que puede reconocer, por fin, al verdadero Spiderman y al verdadero Peter en carne y hueso y redes. Simplemente perfecto.

En resumen: dos maneras diferentes de analizar una misma película, siempre dependiendo de quién sea el destinatario. Lo curioso es que la película ha gustado bastante al público en general y ha enfadado a mucho aficionado así que… quizá todo esto que he escrito no sea más que una soberana tontería. O no…





2 comentarios:

  1. Realmente a los únicos villanos a los que no se les puede poner pegas en ninguna de las películas de spiderman es a los dos duendes, ya que el duende jr tiene motivaciones para matar a spiderman, y ambos se vuelven locos por sus experimentos. Decepcionante la aparición de rhino, me esperaba mucho más la verdad. Y brillantes los guiños que se hacen en la película, almenos a mi me gustaron. Pero cabe decir que de guión va muy floja. Ahora, también es cierto que habrá mas de otra peli con el título de The Amazing Spiderman, me apuesto lo que sea.

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  2. Y brillante tu crítica, de las mejores que he leído sin lugar a dudas.

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