martes, 13 de mayo de 2014

TRES DÍAS PARA MATAR (5d10)

Siempre me resultó chocante la admiración que el galo Luc Besson ha procesado por el cine anglosajón, como demostró en sus primeros films francos hasta que tuvo la oportunidad de emigrar a su Hollywood ansiado. Tras convertirse en un referente en el cine de acción, nos tenía un poco abandonado desde que se embarcó en un cine más infantil como la saga de Charlie y los Minimoys o la fallida Adele y el misterio de la momia,  aunque recientemente volvió por el buen camino con su particular homenaje a Scorsese con Malavita y la paranoia que puede suponer la inminente Lucy, con Scarlett Johansson. Sin embargo, como más activo se ha mantenido es en su faceta de guionista y productor, consiguiendo que su firma sea sinónimo de acción y entretenimiento asegurados. Hace escasos días llegó Brick Mansions (la fortaleza) y ahora es turno de esta Tres días para matar, donde es el inefable McG (Los Ángeles de Charlie, Terminator Salvation) es quien toma las riendas tras las cámaras. Pese a ello, basta echar un rápido vistazo al film para poder confirmar que es una película 100% Luc Besson, ya que se reconocen en ella todas sus señas de identidad: acción desmedida, persecuciones en coche, un puntito de sensualidad (al que también podríamos llamar erotismo casi infantil) y un clasicismo narrativo algo simple y con alguna referencia a su París natal. De hecho, casi podríamos considerarlo como el abanderado del fine de acción actual, gustoso ofrecer una especie de serie B de lujo tal y como demuestran algunas de sus creaciones como las sagas Taxi, Transporter, Venganza o Distrito 13 y su reciente remake Brick Mansions (la fortaleza).
En esta línea se encuentra Tres días para matar, adrenalítico film que recupera a Kevin Costner como protagonista absoluto después de una época oscura y olvidable de la que parece empezar a recuperarse gracias a sus breves apariciones en blockbusters como El hombre de acero y Jack Ryan: operación Sombra. Ahora interpreta a Ethan Renner, un brillante agente de la CIA que debe retirarse cuando le diagnostican un cáncer terminal y decide pasar sus últimos días con su mujer y su hija a las que no ve en años. Pero un último caso inconcluso le perseguirá, obligándole a elegir entre recuperar el tiempo perdido o cumplir una última misión.

Lamentablemente, la película alterna sin demasiado acierto escenas trepidantes con momentos sensibleros que entorpecen la narración (Ethan enseñando a su hija a ir en bici, por ejemplo) mientras que el abuso de situaciones cómicas debe sumarse también en el lado de la balanza de cosas negativas (que Ethan pida consejos paternales a alguien a quien está torturando funciona la primera vez, pero pierde sentido en la reiteración). Pero ya he dicho que esta es una película de Luc Besson (ya ven que poco porcentaje de autoría concedo a McG) y lo suyo es el entretenimiento puro y duro, sin que merezca la pena entrar en análisis más profundos o pedir una coherencia argumental. Y en este sentido, la película cumple. Costner parece en plena forma y está bien secundado por Connie Nielsen (Gladiator, Basic) y Hailee Steinfeld (Valor de ley, El juego de Ender), interpretando a su esposa e hija respectivamente. Los villanos, completamente planos y estereotipados, corren de la mano de Tómad Lemarquis y Richard Sammel y Amber Heard interpreta a una absurda femme fatal a medio camino entre Jessica Rabbit y Sin City.

Acción, coches, tiros, explosiones, muchos muertos, humor, sentimentalismo y un París hermosamente fotografiado. Es la película ideal para no pensar en las preocupaciones de la vida cotidiana y pasar una tarde de domingo entretenida tras un contenedor de palomitas. 

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