domingo, 13 de septiembre de 2015

APRENDIENDO A CONDUCIR (6d10)

Tras cuatro entradas consecutivas dedicadas a películas españolas podría esperarse cambiar algo de tercio, pero tampoco va a ser exactamente así, ya que aunque Aprendiendo a conducir sea un film completamente anglosajón está dirigido por nuestra Isabel Coixet, así que algo sigue quedando en casa.
No soy un gran conocedor del cine de Coixet, el cual parece haberse desinflado en sus últimos trabajos, y quizá este Aprendiendo a conducir no sea el mejor ejemplo para fijarse en ella. Y no porque sea una mala película o porque no funcione su historia, sino porque están convencional, tan alejada de alguno de las señales de identidad de la realizadora de Sant Adrià del Besos, que difícilmente podría definirse bajo el estigma de “una película de Coixet”.
No es malo, sin embargo, que de vez en cuando un director de fuerte personalidad renuncie a sus rasgos distintivos al aceptar una peli de encargo (Coixet no ha participado en nada del guion) para realizar un buen trabajo, funcional y carente de riesgo, que le permita coger fuerzas para futuros proyectos en los que su involucración sea más definitoria, para bien o para mal.
Y es que si no fuese por la fuerza que tiene el nombre de Coixet tras las cámaras, posiblemente esta sería recordada simplemente como “la nueva peli de Ben Kingsley”.
Treinta y tres años después de Ghandi, el brillante actor británico vuelve a interpretar a un indio (posiblemente sea el intérprete que más nacionalidades diferentes ha representado en cine), en el papel de un refugiado político afincado en Nueva York que pese a ser un hombre de estudios debe subsistir dando clases prácticas en una autoescuela.
Por otro lado, Patricia Clarkson (conformando el reencuentro de los dos actores y la directora tras Elegy), interpreta a una crítica literaria que se encuentra completamente desorientada en la vida tras el repentino abandono de su marido.
Darwan y Wendy, los protagonistas, son dos personajes atrapados por su pasado y enfrentados a sus propios miedos cuyo encuentro provocará una relación de aprendizaje mutuo. Así, las clases de conducción que toma Wendy se convierten en realidad en una excusa para que dos personas aprendan el uno del otro, siendo el título del film un equivalente metafórico de lo que podría haber sido “Aprendiendo a vivir”.
Posiblemente la historia sea algo rutinaria y, en algunos momentos, incluso tediosa, pero ello no es suficiente para lastrar una historia simpática y que funciona correctamente, sin que sus deliberadas gotas de sabiduría lleguen a resultar cargantes ni rezuma una pretenciosidad trascendental excesiva. Aprendiendo a conducir funciona como sencillo manual de autoayuda en el que la soledad (entendida esta como el aislamiento de los que nos rodean, ya sea por razones sentimentales, culturales o sociales) es la madre de todos los males y donde la improbable amistad de los dos protagonistas revelará el camino a seguir.
Completan un eficiente reparto Grace Grummer (una de las hijas de Meryl Streep), Jake Weber (recordado sobre todo por su papel de marido de Patricia Arquette en Medium) y Sarita Choudhury (vista recientemente en Hommeland), siendo la propia ciudad de Nueva York un elemento determinante más.

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