Dirigida
por Todd Haynes y basada en la célebre novela de Patricia Highsmith, Carol es un dulce melodrama romántico muy
heredera del estilo de Douglas Sirk que parece haber sido confeccionada con una
exactitud milimétrica.
Todo
en Carol está perfectamente medido,
todo está calculado de manera que nada falta ni sobra en una apasionada
historia de amor donde, a mi parecer, el hecho de que las enamoradas sean dos
mujeres no constituye más que un simple detalle, una excusa para, como en La chica Danesa, demostrar las mentes
cerradas de una sociedad (la América de los años cincuenta) que posiblemente no
ha avanzado aún lo suficiente en cuestión de comprensión y tolerancia.
Más
allá de eso, la película podría funcionar perfectamente igual si de un amor heterosexual
se tratase. No deja de ser la clásica historia de un personaje roto, un ángel
de infinita fragilidad y sueños perdidos (Rooney Mara, perfecta encarnación de
la melancolía) que termina siendo seducida por la personalidad fuerte y
cautivadora de alguien que, para colmo, está en una clase social superior a la
suya (Cate Blanchet). Así, Therese, que es la protagonista de la novela, es
como una nueva Cenicienta, mientras que Carol, personaje dominante en el film,
es su mentora, quien le abre las puertas al mundo y la incita a romper con la
esclavitud de un trabajo que no la satisface, un novio que no la comprende y
unas fantasías (ser fotógrafa) por las que no se atreve a luchar.
Carol es una gran historia de amor, pero también es una gran historia
humana, donde momentos aparentemente alejados de la trama principal, como la
pugna entre Carol y su marido del que se está divorciando por la custodia de su
única hija, brillan con luz propia, consiguiendo una película que mantiene su
nivel desde el primer minuto hasta el último, con un trabajo de dirección impecable
y una interpretación por parte de sus dos protagonistas abrumadora.
Carol es emoción en estado puro, y pese a aparentar ser una película
relativamente pequeña y sin pretensiones muchos la consideran ya la ganadora
moral en cuestión de premios, pues si bien no se espera que rasque nada en los
Oscars sus seis nominaciones, junto a las cinco que tuvo en los Globos de Oro,
las seis de los Bafta y otros tantos en los Spirit Awards (donde se llevó el de
mejor fotografía), junto al premio a la mejor actriz para Mara en Cannes la
consagran entre lo más alto del año.
Valoración:
Ocho sobre diez.
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