domingo, 14 de febrero de 2016

LA VERDAD DUELE: la salud contra el dinero.

Cada vez que se estrena una película de estas características, no puedo evitar pensar: “Will Smith, tú antes molabas…” ¿Dónde se ha quedado el divertido y descarado protagonista de El príncipe de Bel Air, Dos policías rebeldes, Hombres de negro o Independence Day?
No sé si fue tras su paso a la cienciología (de ser así, su amigo Tom Cruise se lo sabe montar mucho mejor) o por creerse mejor actor de lo que realmente es, pero últimamente el actor de Philadelphia parece haberse empeñado en protagonizar dramas de corte lacrimógeno como aquella aburrida En busca de la felicidad (cuya moraleja final era que el secreto de la felicidad radica en conducir un Ferrari), Siete almas (esa ya ni la vi) o convertir en un tostón cargado de autocompasión la fabulosa novela de Richard Matheson Soy leyenda (y “cosas” como After Earth me las dejo en el tintero). Esperemos que con su participación en la coral Suicide Squad y su retorno a Dos policías rebeldes (ya que declinó aparecer en la secuela de Independence Day) la cosa se anime un poco.
El caso es que viendo el tráiler y el argumento de La verdad duele no me cabía la menos duda de que Smith seguía por el mismo camino de la lágrima fácil y el melodrama de corte televisivo. Sin embargo, sin llegar a ser una obra maestra ni de merecer los premios o siquiera nominaciones que está recibiendo, la película es un interesante retrato de unos hechos reales que sacudieron el mundo del futbol americano hace ya unos años.
Smith interpreta al doctor nigeriano Bennet Omalu que, tras realizar la autopsia de una leyenda del deporte que aparentemente enloqueció en sus últimos días, descubre una nueva enfermedad que denomina ETC consecuencia de los múltiples golpes que un jugador profesional recibe en la cabeza a lo largo de todos sus años como deportista. Con el apoyo de su mujer Prema (Gugu Mbatha-Raw), su jefe el doctor Cynil Wecht (Albert Brooks) y el medico vinculado al deporte Julian Bailes (Alec Baldwin), Omalu debe enfrentarse a todos los estamentos de la NFL, que preocupados por ver peligrada su popularidad convierten la campaña del forense en una guerra contra el futbol.
Esta es, como se suele decir, una historia que debe ser contada, algo parecido a lo que podíamos decir de películas como Spotlight, La chica danesa o Sufragistas, títulos muy diferentes entre sí en cuanto a argumento como calidad.
Filmada con buen tino por Peter Landesman, en su segunda película tras Parkland, se le puede echar en cara un cierto tufillo a patriotismo que igual no viene demasiado a cuento, con un discurso por parte del inmigrante nigeriano sobre las excelencias del país de la Libertad que deslucen el resultado final y rechinan en medio de un supuesto film de denuncia como si Landesman temiese ofender al pueblo americano tal y como le sucede a su protagonista.
Con un reparto muy solvente y una historia interesante, la película describe bien los hechos sucedidos, más centrados, eso sí, en la figura del propio Omalu que en la lucha entre el mundo científico y los intereses económicos de la NFL.
Lástima que, por graves que fuesen los hechos y por mucho que se anuncien consecuencias, al final la vida avanza menos que la ficción y las cosas no cambian tan fácilmente. Por mucho que en la película teman una crisis en el mundo del futbol, los que vieran la semana pasada la final de la Super Bowl y las cifras que se manejaron se darán cuenta de que mucho daño lo les hizo os descubrimientos de Omalu. Como la investigación de Spotlight no evitaron lo sucedido con los Maristas.

Valoración: 6 sobre 10.

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