martes, 25 de junio de 2013

EL HOMBRE DE ACERO (5d10)

Extraña la nueva versión del héroe de DC así como extraña ha sido mi percepción de la misma. Mientras veía la película estaba disfrutando, considerando puntuarla con un mínimo de 8. Superado el ecuador de la obra la cosa decae sobremanera, de manera que he salido de la sala del cine con un 6 en la cabeza, y en el tiempo que he tardado en empezar a escribir estas líneas (apenas un par de horas) la he dejado reposar lo suficiente para quedarme con un aprobado rascado. Y gracias.
Ante sentimientos tan encontrados he decidido escribir una crítica un poco diferente a lo habitual, enumerando al principio lo que me ha gustado y a continuación lo que no, de manera que cada uno de vosotros valoréis lo que consideréis que tenga más peso.
La historia, por más que nos la sepamos de memoria, está narrada de forma bastante interesante, fusionando el argumento de las dos primeras películas clásicas (¡que larga es la sombra de Richard Donner!). Había cierta duda sobre si iba a pesar más la dirección de Zack Snyder o la producción de Christopher Nolan (ese tipo que debe odiar tanto a los superhéroes que le alimentan que se empeña en que sus nombres no aparezcan ni en el tíitulo), y por fortuna ha sido el director quien se ha llevado el gato al agua, con una dirección sobria y elegante (me sobra el uso de algún zoom), no tan excesiva como nos podíamos temer y con algunas secuencias realmente impactantes (esas peleas en vuelo, casi en primera persona). También encuentro interesante la manera de alternar dos líneas temporales, tal y como ya hiciera en la brillante Watchmen, y la recreación de Kripton es muy buena, desmarcándose de lo que habíamos visto hasta ahora e insinuando una mitología propia que sabe a poco. Otro aspecto destacado es el interpretativo. Henry Cavill (conocido por su participación en Los Tudor y por ser el hijo de Bruce Willis en esa flojita peli de intriga rodada en España llamada  En la fría luz del día) está a la altura de Christopher Reeve y a años luz del soso de Brandon Routh, haciendo un Superman creíble, con toques de humanidad y gran poder de seducción, mientras que Amy Adams consigue con esa mezcla de determinación y ternura confeccionar a la mejor Lois Lane posible (por encima de la histriónica Margot Kidder y... ¿alguien se acuerda quien hacía el papel en Superman returns?). Parecía imposible evitar comparaciones odiosas con Marlon Brandon y Glenn Ford, pero Russell Crowe y Kevin Coster aprueban con nota, mientras que Michael Shannon (al que hemos visto en Broadward Empire y poco más) cumple como villano, pese al horrible doblaje español. Así que: perfecto, el personaje se presenta con buen ritmo (el uso de los flashback nos permiten ver al héroe vestido con su característico traje apenas a la media hora de película) y la parte dedicada a su juventud es emotiva sin empalagar, así como interesante la manera de darse a conocer al mundo (me gusta especialmente que Lois descubra enseguida su identidad, nunca entendí que la ganadora de un Pulizzer pudiera ser tan torpe como periodista).
Si hasta ahora me gustaba todo... ¿Qué pasa para que me venga abajo? Para empezar, el villano. Por más que se esfuerce el actor y por mucho que a priori aplaudiésemos la ausencia de Lex Luthor en esta primera película,  lo cierto es que la amenaza que supone el general Zod es terriblemente plana. Una vez enfrentado a Superman desaparecen las subtramas y todo se reduce a más de una hora de una batalla interminable, explosiones a tutiplén y edificios derrumbándose. No creo que exagere nada si afirmo que a partir del ecuador de la película el guion brilla por su ausencia,  ignorando esa máxima del cine de calidad que afirma que, en ocasiones, más es menos. Todo ahora se reduce a un exceso de violencia y destrucción que termina por aburrir soberanamente, haciéndose eterno y recodando poderosamente además (aunque en malo) a la batalla final de Los Vengadores. Además,  tiene el film un tufillo a trascendencia épica (aquí si que se adivina la mano de Nolan) que lastra al personaje, que por momentos parece contagiarse del aurea de divinidad que ya insinuó Bryan Singer en la fallida Superman Returns, y desechando totalmente el sentido del humor que Josh Wedon tan sabiamente usó para aderezar a Los Vengadores. Sí,  este es un mundo más real, parecen decir Nolan y Snyder, pero la conclusión se me antoja muy Happy End cuando media ciudad es destruida y ni por asomo se ve o menciona a una sola víctima civil. En serio, quée terriblemente decepcionante y soporífera segunda hora de película (y dicen que el montaje inicial superaba las tres horas).
Quiero concluir esta crítica analizando dos escenas concretas que me parecen determinantes en la definición del personaje, pero que podrían tratarse de SPOILERS (bueno, una seguro que lo es) así que estáis avisados por si no queréis continuar leyendo.
No soy un especialista en la mitología de Superman, he leído mucho más Marvel (especialmente Spiderman, como veréis a continuación), pero me consta que Johnatan Kent muere por un infarto, y aunque siempre se esforzó por dar una buena educación a su hijo no lo recuerdo en el comic original como una guía espiritual tan marcada en la vida de Clark Kent como en esta película (algo así sucedía también en Smallville), donde aquí además el personaje interpretado por Kevin Costner muere a consecuencia de la no intervención de Clark en un momento dado.¿ Es cosa mía o sobrevuela por ahí el recuerdo del tío Ben? Solo falta que en algún momento el bueno de Johnatan le suelte a su hijo adoptivo eso de que "todo gran poder..." ¿Ya sabéis cómo sigue, no?
Lo segundo que quería comentar, e insisto con lo del spoiler, concierne a la escena final, al momento culminante en que Superman, para salvar la vida de tres civiles mata al general Zod. Vamos a ver, quizá esto os parezca de alguien muy cuadriculado, pero esto es así: Superman no mata. Punto. Es casi una definición del personaje. Batman es el oscuro y violento. Superman, no. Y verse en esa tesitura en la que se supone es su primera película y su primera acción como superhéroe debería marcarlo de por vida. Algo parecido pasa en Marvel. Lobezno no tiene reparos a la hora de desgarrar a alguien, pero en sus más de cincuenta años de historia Spiderman nunca ha provocado voluntariamente ninguna muerte, conocedor de que una vez que se cruce la línea ya no habrá marcha atrás. Superman la ha cruzado (da igual que hubiesen inocentes en peligro, Spiderman habría encontrado otra manera de solucionarlo o habría muerto en intento; y el verdadero Superman, tanto el del comic o como el de Donner, también), y eso hace que deje de ser nuestro héroe tal y como lo conocemos.
Otro héroe deformado, oscuro y amargado. Sigue así,  Nolan. En  Marvel te lo agradecerán.

Resumiendo, brillante arranque con una buena historia y unas grandes interpretaciones que deriva en una copia mala, burda y aburrida de la épica batalla de Nueva York de Los Vengadores. No es tan mala como el final de la estúpida y sobrevalorada trilogía del murciélago llorica,  pero sí muy decepcionante. 

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