Algo está pasando en
Pixar, otrora la mejor productora de animación, que nos tenía acostumbrados a
obras maestras y últimamente parece perder fuelle. O, por lo menos,
imaginación. No por casualidad su última gran película fue una segunda secuela.
Tras culminar la saga Toy Story
(aunque visto lo visto dudo que nadie se atreva a afirmar que no habrá un Toy Story 4) ha habido desde entonces una secuela de Cars, la floja Brave (con un estilo más próximo a su hermana Disney que al
espíritu Pixar) y tras esta precuela de Monstruos,
S.A. se anuncia entre sus proyectos futuros la continuación de Buscando a Nemo (Buscando a Dory, sin comentarios) y una reinvención de Cars pero con aviones.
Pero olvidémonos por un
momento de Pixar y centrémonos en la película. Ya de entrada cuenta con un gran
hándicap, y es que al ser una precuela ya sabemos cómo va a terminar. Esto, por
sí solo, no tendría por qué ser un inconveniente: Lucas dedicó tres películas
cuyo final era sobradamente conocido solo por saber cómo Anakin Skywalker se
pasó al lado oscuro para convertirse en Darth Vader, y lo mismo podríamos decir
de la excelente X-men, primera generación,
de Matthew Vaughn, donde ya sabíamos que dos amigos llamados Charles y Eric
iban a terminar siendo los peores enemigos bajo la identidad de Profesor Xavier
y Magneto, pero en ambos casos lo importante no era el qué, sino el cómo y el porqué. En Monstruos University, sin embargo, no sé
si por falta de habilidad del guionista Robert L. Baird, que ya se encargó de
escribir la original, o por ser un producto demasiado dirigido al público
infantil, se incide más en el qué. No en vano la excusa argumental es saber si
Mike será capaz de superar todos los obstáculos y llegar a cumplir su sueño de
ser asustador, cosa que todos sabemos que no va a lograr, lo cual ya te hace
disfrutar menos de la película, por más que quieran camuflar su fracaso en forma
de final feliz. También nos explicarán como él y Sulley pasan de competidores a
amigos y, volviendo al ejemplo de Star
Wars, como el inicialmente bonachón Randy es arrastrado al lado oscuro,
pero lo cierto es que la definición de personajes es tan pobre que ni nos los
creemos ni intentan que lo hagamos. Esto no significa que Monstruos University sea una mala película, pero Pixar nos tenía
tan bien acostumbrados que uno espera guiones con la excelencia de Toy Story, Wall-E o Up, y aquí está
claro que han dedicado más esfuerzo a la parte visual que a la escrita. Y es
que visualmente es una auténtica gozada. La majestuosidad de la universidad no
tiene parangón, con un realismo alucinante en el diseño de sus edificios,
aunque es Sulley y su pelaje lo que se lleva la palma de realismo. El diseño de
personajes es correcto, aunque la obligación
de mantener el estilo de la Monstruos original le resta frescura (atención al auto
homenaje al niño de Up), gana más
libertad, sin embargo, con la posibilidad de mostrar espacios abiertos, en los
que se recrean en una fiesta de luz y color (espectaculares panorámicas del
campus) en contraste a la oscuridad del mundo real.
Así que sin llegar ni
mucho menos a genialidad, tal vez por un exceso de acomodo en lugar del riesgo
que habitualmente suele tomar Pixar, la película acabará haciendo las delicias
de los más pequeños, lo cual -aunque a veces lo olvidemos- es verdadero
objetivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario