martes, 4 de noviembre de 2014

COHERENCE (8d10)

Existe un experimento teórico en el campo de la física cuántica llamado El gato de Schrödinger, el cual, de manera muy simplista, podría resumir de la siguiente manera: Imaginad que metemos a un gato en una caja cerrada junto a un puñado de comida envenenada. 
Según la lógica, al retirar la tapa de la caja podemos encontrarnos con dos variables: el gato no ha probado la comida y sigue vivo o el pobre animal, efectivamente, ha sido envenenado víctima de su propia gula. Sin embargo, según esta teoría, mientras la caja se mantiene cerrada las dos posibilidades coexisten a la vez. Mientras mantengamos la tapa cerrada la realidad se divide en dos mundos alternativos, en uno de los cuales el gato sigue vivo y en otro en el que ha fallecido.
Según este principio y mucha imaginación que suple a la perfección la falta de recursos, James Ward Byrkit consigue plasmar una película tan sencilla como apasionante, en la que con apenas ocho actores y un par de decorados crea una compleja trama desconcertante y compleja en la que las preguntas se amontonan y cuyas respuestas no nos llegaran, en la mayoría de los casos, hasta varias horas después de abandonar la sala del cine.
Todo parte de una sencilla premisa. Ocho amigos comparten una agradable velada en casa de dos de ellos la noche en que un cometa se dispone a pasar relativamente cerca de la tierra. Con el recuerdo de la visita del cometa Halley y la multitud de películas catastrofistas que lo acompañaron, Ward Byrkit nos propone un enredado puzle de mundos paralelos y enigmas sin resolver que, con toda justicia, ganó el premio al mejor guion en el Festival de Sitges del año pasado.
Con Emily Baldoni como rostro más conocido (y apenas) la película juega con nuestro desconcierto, llegándonos a hacer pensar que no hay nada de coherente (cachondo título) en el asunto hasta que la coralidad a la que apuntaba la historia se deshace y Em (precisamente la Baldoni) se erige como cabeza de lanza con la que identificarnos y, a partir de su propia confusión al principio y sus aterradoras acciones más tarde, lograr componer nuestra propia historia.
Coherence es de esas películas que merecen ir más allá de la pantalla del cien, invitándonos a reflexionarla tras su visualizado en una tertulia de amigos con los que discutir los diversos puntos de vista e incluso las implicaciones morales de su resolución.
Una tertulia de amigos, a ser posible, que no se celebre durante la llegada de un cometa.

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